Páginas

Desierto


Puede ser tierra yerma resquebrajada,
seca sin vida, muerta esperando torrentes de gota simiente.
Solo el viento, el sol, el polvo, que se une con el cielo,
formando un puente para ascender al infinito,
los cerros callados, intensa espera escuchando el silencio, silencio anodino,
adormecedor, eterno.
Quebrado por el granizo de algún pájaro o por los pasos rápidos de un roedor al acecho.
El tiempo en suspenso, el desierto espejo de mi vida vibrante y seca esperando torrentes,
de gotas simientes.
Desde tiempo atrás no hubo ni un momento ingrato, ni de aspereza diestra, los temores,
indefensos y será entonces el fin y la común unión.
El amor nunca perdona a quienes saben amar.
  
“De día…
como cuando el amor llega.
De noche…
Como cuando el amor se aleja”

Miedo


El sol enredaba sus hilos con el viento, orillando el vuelo de mariposas tibias.
La siesta se hamacaba bajo los sauces,
mientras río arrullaba el sueño enamorado,
de las sombras frescas y los paso otoñales.
Dos. Eran dos con miedo de ser uno.
Miedo a amar y dejarse amar.
Miedo a pasión desbocada.
Miedo y besos furtivos.
Miedo a hacer ramas entrecruzadas bajo las ramas confundidas de los ligustros anhelantes.
Miedo a ser naturaleza viva, en la naturaleza.
Los otros… los otros… siempre los otros.
¿Y nosotros? … ¿Cuándo? …
Miedo de que con el viento cañero, con los lapachos, con las flores sin nombre,
con los naranjos, por jardines y plazas te vayas filtrando al campo,
para llegar al más allá y no te vea más.

“Cupido tiene una espada
 por flecha, no hiere,
mata”

Caminemos


Caminemos juntos porque la vida nos hizo encontraros cuando,
cada uno viajaba por el suyo.
En el amor todo es posible, antes que nada, después de todo.
Caminemos juntos muy juntos, para que nuestro amor crezca y reverdezca.
Todo es posible, tu amor traslúcido vela mi cuerpo,
 acaricia en silencio mis manos mientras caminamos.
Caminemos juntos, muy juntos, yo temblando de emoción,
tú mirándome a los ojos.
Somos pareja a la sombra del árbol edénico, unidos por siempre.
Caminemos como felices amantes mientras duerme la pradera,
en brazos de su estío, cuando los pájaros a nuestro pasar,
inician un dúo de improviso.
Caminemos que muy lejos, violines dibujan una alegría y
prodigios  del aire la convierten por nuestra presencia en mágica música,
de amor y canto.

“El amor perdura antes que nada”