Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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lunes, 1 de julio de 2019
Soplo de vida
Soplo
de vida,
está
entre una línea de fuego y misterio,
línea
subrepticia,
está también entre dos notas musicales
como
una nota entre dos hechos,
es un
hecho entre dos granos de arena,
juntos en donde hay
una
serie de espacios.
No es
tan sólo un sentimiento
que se
siente entre los intersticios
de la materia primordial,
es el
aliento del mundo,
es el Amor
que
como respiración continuada
llama
al silencio.
Soplo
de vida,
que me lleve a soñar lo que deseo,
porque
sólo tenemos una vida
y sólo
tenemos una oportunidad
de hacer lo que queremos
con
plena felicidad.
No es
de extrañar
que
busque el camino hacia ti,
con una letra mayúscula,
aferrándome
ferozmente
para
buscar el acceso directo
con
refrescantes sombras
y la
luz reflejada
entre los árboles
donde finalmente te he de encontrar
en mi
puerto de llegada.
Soplo
de vida, fugaz, leve, vibrante,
hasta
calar hondo entre sollozos
por
pensar en su final
pero sin angustias y gritos,
sólo pensar en el pecho vacío.
Un momento
de amor y dicha
es
suficiente para toda una vida
porque nacen y mueren en un instante.
Soplo
de vida,
mi amor por ti
me hace
sentir viva.
¿Será
sólo por un momento?
¡No!,
quiero la vida entera,
que
este sentimiento dure,
que sea
una pasión verdadera
entre
placer y gozo
que nos
una por siempre.
Soplo
de vida,
es el toque que mueve mi corazón,
el latido de la emoción, los sentimientos…
Nunca,
tú y yo, tan cerca,
vamos a dejar de ser luz de luna,
la
pasión y el placer de estar juntos.
Soplo
de vida, largo, que acaricia,
que excita, que agita
con
suaves movimientos
el
aliento que cuelga el sonido
que se pierde en la sed pura,
en el dolor y las caricias
que nos conmueven.
Soplo
de vida,
que
habrá soñado anoche esta cabeza mía
que al
despertarme con la luz del día,
sentí a mi corazón tan pleno
y al
apoyar mis manos sobre mi pecho supe,
que era por ti que así latía.
Soplo
de vida,
con
estrías de luz
haces maravillosos bosquejos,
deslumbradores,
que
rutilan por el agua
como inventos con resplandeciente afán,
alegrísimo
esfuerzo,
puro
juego,
en
ardoroso buscar la plenitud toda,
de éste
nuestro nuevo amor.
Soplo
de vida,
que me hace verter en páginas nuevas
y en
blanco mis metáforas consistentes
en
buscar todo mi amor
y endulzar
tu camino
esperando
tus gestos únicos
de
dulzuras y pasiones,
transformando todo el paisaje,
tocando
mi corazón, como luz.
Unidad
del alma, se multiplican los destellos,
lo que fue calma en fervor
de
innúmeros espejeos
que
entre la paz del agua,
anuncian el encendimiento de una palabra,
otra y
otra
hasta llegar al verso.
Alegre desilusión
Alegría
de estar juntos.
(En
nuestras manos
depositamos
nuestro destino,
en
nuestras alas
cobijamos nuestro amor,
estábamos
juntos
y
palpitaban nuestros corazones,
naciendo
poemas
pero no
sabemos la causa,
la
lejanía nos cercó).
Desilusión
compartida.
Alegría
de estar juntos.
(El
amor con desamor candoroso
llegó a nosotros con un pasajero
con
augurios del mensajero
a la
estación del olvido,
separándonos
aún
sintiendo
ambos una pasión encendida).
Desilusión
compartida.
Alegría
de estar juntos.
(Estando
juntos, mirándonos,
nos
sentíamos en un paraíso
guardado
más allá de virginales jardines
pero
sin darnos cuenta nos marchamos,
se
deshizo el abrazo,
se
apartaron los ojos,
dejaron
de mirarse
para
buscar el mundo
donde nos
encontráramos).
Desilusión
compartida.
Alegría
de estar juntos.
(Nos
hallamos tras nuestras huellas
de un
vivir todo transido
entre
alegrías y penas
pero
amándonos
y hoy nos encontramos solitarios,
viendo la lejanía del pasado
con un
adiós que llegó a escondidas
cual fantasma en noche silenciosa).
Desilusión
compartida.
Alegría
de estar juntos.
(Nos
vimos en espejismos,
puros y
diáfanos
y
nuestros labios se buscaban
para besarse en noche de encanto,
entre
suspiros de noches de plenilunios,
apartándonos
de a poco,
sin
adioses,
en una
trilogía de melancolías
que
fatigó nuestros corazones).
Desilusión
compartida.
Alegría
de estar juntos.
(Nos
esperamos en el momento exacto,
en
nuestro anhelante
querer
de estar juntos,
en ese
día tan claro
que las
presencias de siempre
no
bastaban
y
nuestros besos se quedaban
a medio vivir de sus destinos
y
nuestros llantos nos separaban).
Desilusión
compartida.
Alegría
de estar juntos.
(Nuestro
encuentro
fue un
choque de materia
y
materia que a fuerza de contacto
se
convirtió en victoria gozosa
de los dos en prodigioso pacto de amor
pero
nos dejamos de ver
sin entender el porqué
y
quedamos los dos
con
nuestras soledades sin compartir).
Desilusión
compartida.
Alegría
de estar juntos.
(Alzamos
los ojos
y nos miramos
y el
amor nos unió,
iba yo
hacia ti
y tú
venías hacia mí
y la
identidad nos unió
entre
éxtasis y alegrías intensas
que nos condujeron a separar
nuestras
vidas para siempre
en
tristezas profundas y agónicas).
Desilusión
compartida.
Los dos
sentimos ese dolor
de adentro
al separarnos
y ya
nuestras manos
no se aprisionan,
nuestros
cuerpos no se sienten,
las
sombras nos envuelven
en una
tierra seca,
en una
noche oscura,
entre
incógnitas palabras sin sentido
en un
lenguaje que no es el nuestro,
vamos
rumbo a lo incognoscible,
en
busca de vocablos de amor desconocido.
Candidez amorosa
Candidez
amorosa,
mis
pasos de alondra,
pisaron
el otoño húmedo
y te
sentí volar entre la fronda
indiferente de viejos pergaminos,
te
fuiste lejos,
a
lugares inciertos.
Quise
seguir tu vuelo solitario,
quise
amarrar mis ojos
a tus
amadas alas,
quise
rehacer mis dedos
con tus
plumas,
quise
volar cerca de ti,
entretejiéndome
entre
tus cálidas caricias.
Candidez
amorosa,
inocente,
crédula,
creía
fácil seguirte y tenerte cerca,
más tú
volabas, volabas…
Autómata,
juguete de papel y cielo
y te
tragaba el viento
y te
mordía la distancia luminosa.
Y yo,
soñaba… soñaba…
que
hoy… tal vez mañana…
quizás
un día
yo
sería la rama de tu nido.
Candidez
amorosa,
entre
trinos y cantos, versos y metáforas,
tejiendo nuestro hogar
para
ser tuya en nuestra rama
y donde
allí posarás tu piel
con el
ahogo de tu aliento.
Pero el
tiempo pasó,
lento, muy lento,
no hubo
nido, tú volaste…
Fuiste
un cuento, mi sueño,
mi
leyenda de otoño en serenata.
Candidez
amorosa,
cuando
mis ojos gritan tu nombre
en la
soledad de la distancia imperdible,
el
recordar el abrazo de tu piel,
de nave
humedecida,
me
sacude y me hiere,
me
desdobla y me eleva,
buscándote
en esa distancia lejana
donde
tú te resguardaste,
te escondiste.
Mi vida
es ahora
un
cielo trivial de sueños locos
que
llenas con tu aliento
de
viajero errante y taciturno.
Aprieta
mis deseos,
caliéntame
las carnes
con tu
pasión de viento.
El sol
será mañana
un
plato de lujurias
y tú
serás mi boca
y mis
manos desgajadas.
Candidez
amorosa,
¿adónde
me conduces?
¿Por sendas de ingenuidad,
candor,
inocencia?
Creo en
todo lo que me rodea
y a
veces agobiada, debilitada,
por creer en imposibles,
me
tiendo
en el
manto oscuro y plácido
del
campo abierto a la noche
y entre
las estrellas rutilantes
me voy en tu búsqueda
con tus
sueños y pensando imposibles,
que
nuestro amor como pájaro sin alas,
se
acurruca desarmado
en
nuestros cuerpos,
en
nuestras bocas,
en
nuestros corazones.
Candidez
amorosa,
canta
el río mojado de tipas
y
empedrada en la sed del silencio
se
consumen nuestras formas
fundidas en el tiempo inagotable.
Placeres
y gozos,
caricias que desgarra,
besos
que dibujan
nuestros
rostros temblorosos.
Es
nuestro amor
que
muere cada noche
para
nacer…
y volver
a morir a cada instante.
Amor
mío,
desboca
los temores indefensos,
mi
aliento con tu boca,
haz mi
piel con tus ojos de humo
y del mundo sin final
la comunión de una eterna entrega.