Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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sábado, 6 de julio de 2019
Ritmos y silencios
Ritmos y silencios,
la naturaleza toda,
siempre la misma y diferente,
nos conduce a momentos
únicos e inolvidables.
Dame a beber la poesía en el
raudal
de inspiración que es fragor de lucha
en el día y en la noche meditación.
Una melodía de lejana orquesta
viene con el día y anda en la floresta.
¿No ves alma mía
que el silencio se aquieta
entre algarabías y festejos?
Entre ritmos y silencios,
el silencio avanza y ante él,
la esperanza del vivir entre
ímpetus,
anhelos,
deshoja una flor y el alma recibe
dicha,
alegría,
surgiendo sin querer versos,
palabras de amor,
prosas poéticas.
Prefiero los ritmos,
las cadencias,
las canciones,
ya que el silencio
puede ser un humo congelado
sin olor a combates,
un perfume que estuvo,
un color que exprimió su gama de
color,
el acto,
revelado en un veraz espejo.
Los ritmos son palabras,
extendiéndose de una vez a sí
mismos,
es plenitud de amores,
plenitud de periplo.
Ritmos y silencios,
juntos se entremezclan,
se enhebran en hilos de plata,
son dos ingredientes:
siempre y nunca.
Del silencio al silencio.
Tal el viaje completo.
En el trayecto,
ritmos, bacanales,
algarazos, proezas musicales,
poemas de amor que vuelan.
Pero, en ambos confines del
paisaje,
silencios.
Es como un viaje,
es la vida,
en ambos confines
del paisaje del existir,
silencios.
Uno gesta el abordaje,
impío,
el otro acecha
entre corales engañosos,
las fauces abismales,
prontas para el viajero de la vida.
Ritmos y silencios,
en motín valeroso y vocinglero,
como ángeles rebeldes,
nos alzamos para burlar el férreo
derrotero
y encontrar el sendero luminoso de la vida,
el de la alegría,
amor,
placer y gozo.
Más por más
que hurguemos nuestro destino
está en el timón el rumbo
escrito de cada viajero.
Un bandazo final y naufragamos,
voraz silencio engulle nuestro
grito
pero con todas nuestras fuerzas
e inagotable energía
emergemos a la luz
que nos hace estallar en cabriolas y danzas.
Ritmos y silencios,
nuestra vida nos disuelve
con la espuma del mar,
nos remonta con la bruma,
nos desbrida con el viento
y con un hondo estremecimiento
se aquerencia en nuestro interior
el deseo único de amar hasta la
muerte.
Destellan en nuestro derredor
un símil de paraíso,
un horizonte claro y puro,
un límpido cielo azul
entre deslumbrantes colores
de crepúsculos cambiantes
y así entre ritmos y silencios
nuestra vida se desliza entre hechizos,
magia de amores y desamores,
entre combates sempiternos
en búsqueda de la verdad de amor
sea tan solo un momento.
Tengo
Tengo las manos colmadas
de deliciosos momentos vividos
con intenso amor,
plenas de recuerdos inolvidables
y de penas ya olvidadas.
Tengo mi cielo de día
con un vestido azul y un botón de oro,
de noche con un vestido de luto
y un botón de nácar.
Tengo de día todo el esplendor y
el brillo
porque es cuando llega el amor,
de noche me sumerjo en la
invisibilidad
porque es cuando el amor se
aleja.
Tengo todos los encuentros fugaces
entre luces distantes
y azares sin respuesta.
Toda mi vida me palpita
encendida entre tus brazos,
cuerpos finos y delgados,
todos miedosos de carne.
Tengo,
desde que naciste,
al son de mis deseos viola de
amor,
altar en el Olimpo,
cintura cincelada en nácar verde
y perfil modelado en blanda cera.
Tengo el calor de tus hombros
enlazado,
apretado en mis brazos
y me siento en la cima de los cielos con la
tierra.
Crecías hacia dentro de mis dedos
cuando herías mi piel con tu belleza
y al roce y al llamado de tus ojos
tengo en mi alma
todos los poemas alzados desde mi sangre.
Te tengo en el verde follaje
levantado del árbol
donde pierdo mi albedrío
y en el viento caliente de estío
y en la orilla del amor enamorado.
Tengo mis sentidos creciendo a tu
espalda,
flamígeros cipreses en hileras por los aires,
un círculo amarillo me inundaba de cuerpo
entero.
Tengo tu figura vedada a mis
poemas,
a mis prosas de amor
como un cerco de jóvenes olivos.
Tengo en mi boca tu nombre
y llevando las manos a tu pecho,
amor, desnudándote,
caminas sobre el muro que cerca
mi silencio.
Tengo un aire domado por
donceles,
ramos verdes que rodean mi
sosiego
posando un viento en mis labios
que te acercan más a mi y soy
feliz.
Eres mi sol y mis cánticos
unánimes,
el brillo de mis bienes ya
logrados
y el aire para el vuelo de mis ángeles.
Tú conservas los labios sobre el
musgo
y tu nombre en el silencio,
riela,
espero que no te apartes nunca
y siempre nazcan de tus ojos el
verde azul
que refresque mis sentidos.
Tengo,
te tengo,
tengo todo en mí,
eres mi luz en el zócalo del
viento
rezagando mi camino,
ancla de oro y cadenas de mis anhelos.
Eres mi música del viento,
tan leve en extensión al amparar
su son tan breve tiempo.
Te tengo y al tenerte
¡qué sensación tan profunda
arranca de mis entrañas!
¡qué grito de amor desgarras de mis poros y mi
sangre!
Amor perdido
Amor perdido,
¡qué dolor!,
¿sabes?
¡Perder al amor!
Es como arrancarte el corazón
en mil pedazos y toda la luz del alma.
El amor se lleva en lo hondo de la sangre,
el sol que te compaña y te reviste,
brazo en que te apoyas por el camino incierto del vivir,
escudo que te resguarda el pecho de muertes o borrascas.
Amor perdido,
¡quiero llorar entre escombros!,
nos separamos tú y yo en la cuesta para siempre.
¡Algo de mi luz en el polvo se ha perdido!
El miedo a no poder encontrarlo
ahuyenta de los ojos las palomas del sueño
entre clamores de lloros y penas,
apurando en la breve llama la inmensidad del tiempo.
Amor perdido,
ha de haber un portal sin cerrojos
por donde podré entrar
y como atisbando de a poco
te buscaré entre la raíz de los quebrantos.
Otearé para estar otra vez contigo
desde las colinas cercanas y veré
el fulgor que tú irradias desde la lejanía
y así secarás las fuentes de mi llanto.
Amor perdido,
en la flor te recuerdo y amorosa te exalto,
guardando en mis entrañas
los bálsamos de tu amor
y mi secreta lumbre que ilumina
de a poco mi pecho cansado
se refugia en el orillar del mar
bajo las blancuras del astro.
Amor perdido,
¡que hundimiento del mundo!
Un gran horror a columnas quebradas,
tiempos sin imágenes,
cielos intemporales,
entre estíos e inviernos.
Amor perdido se extinguieron las alegrías,
las risas, las danzas,
pero perduran las frases de amor,
aquellas que te escribí con todo mi corazón.
Ahora,
sin tenerte, todo va hacia atrás,
la vida se va quitando frenéticamente horas,
minutos, segundos de encima,
destejiendo,
galopando su curso del lento existir,
queriendo borrar recuerdos,
historias para hacer otra vez
el anhelo de volver a empezar otra vez.
El futuro se llama ayer.
Ayer oculto,
secreto,
escondido entre verdes follajes,
de esperanzas,
hay que empezar otra vez,
reconquistar la vida con toda el alma
y todo el corazón detrás de aquellos otros ayeres conocidos.
¡Vamos hacia el mañana entre estrépitos besos,
inventando las ruinas del mundo,
de la mano tú y yo
por entre campos florecidos
de amapolas ondulantes!
Y ya no más amor perdido,
amor encontrado entre tactos,
abrazos,
piel,
entregándonos al palpitar de sentirnos juntos,
sin caos ni penas,
sólo luz y belleza del vivir.
Amor perdido,
encontrado entre la luz del alba y las estrellas escondido,
tendiéndonos las manos para coger las nubes,
las flores,
las alas,
los mil sonidos del aire
para existir flotantes en el puro vivir,
salvados por milagro de no estar más juntos
y así estrenar el beso,
el amor,
sin sufrimientos ni quebrantos.