Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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sábado, 29 de febrero de 2020
Después de tu amor
Después de tu amor,
no puedo vivir en paz
te necesito entre mis
brazos
mi corazón apura su
marcha.
Ora explorando amores
ora andando comarcas,
te reclamo cual
necesitadas
gotas de sangre
que mi corazón al
latir
hace correr por mi
cuerpo.
Y un torrente de
lágrimas
cual diluvio y riada
ahoga mi alma.
Después de tu amor,
mi ancha puerta está
sin cerrojos
esperando tu llegada.
Te quiero a mi lado,
en cada minuto de mi
existir,
mi voluntad se afana
casi tiene un límite
en el umbral de mi casa.
Un mar de letras
impresas
de poemas de amor
esperan en el dintel
de mi alma
y como marejada leal
del mar
impetuosa,
quiere acercarse a ti
con un poco de gozo
y otro dejo de
lástima.
Después de tu amor,
siento pena por
tantos sueños
muertos a mis espaldas.
En mi entorno me
elevo
enhiesta y altiva,
vertical,
necesariamente
buscándote,
absorbiendo mis
tormentas internas.
Mis poesías están en
su estuche,
cerradas al mundo,
ya que no te tengo a
ti,
no quiero que nadie
las lea,
son tuyas
nada más
tuyas por siempre.
¿Por qué esta sed que
crece
desde adentro
urge el deseo y
trueca lo deseado?
¿Por qué este
inexorable dolor
de no tenerte?
Después de tu amor,
un ronco sonido de mi
voz,
se me estampa en las
venas
y no puedo hacer un
poema para ti.
Mi cuerpo se
estremece,
un temblor pluvial se
desata.
Aguarda siempre con
fervores estivales
pero mi aliento ya no
deja huellas.
Sólo oigo cánticos
tristes
y quejadumbres de
palabras sin versos
y hasta mi corazón
doliente
echó férreo cerrojo
para que nunca más un
amor entre.
Después de tu amor,
que nadie que no seas
tú
ose entrar
ni el tiempo,
que de los sueños
suele la trama
cortar.
Después de tu amor,
todo en mí, es
remolino
donde confluyen todos
mis raudales
que nos arrastran
tiernos recuerdos,
otros, se encrespan
con furor felino.
Después de tu amor,
ya nada fue.
Cercana ilusión
Cercana ilusión,
quiero estar contigo,
no te encuentro en horizontes sin fin,
mis pasos resuenan en la acera solitaria
y se pierden en la cinta del eco
enredada en la cabellera de los árboles.
Ha de haber una puerta sin cerrojos,
una ventana sin vidrios,
un espejo caído en mil cristales,
por las que podré entrar
y encontrarte amado mío.
Cercana ilusión,
como un ladrón de cielo,
buscando la raíz de los quebrantos,
la razón terrible de por qué te has marchado.
Creo haber hallado el verdadero sendero
por el que nos encontraremos,
aún en sueños
donde los seres se desnudan íntegramente,
no hay sonrisas falsas,
gestos ocultando intensiones equívocas.
Cercana ilusión,
si pudiera gritar para encontrarte lo haría,
las palabras serían testamentos para repetir libres de mentiras,
la hazaña del día.
No te perderé,
estoy llena de ti,
llevo conmigo tu esperanza invicta
y los diluvios de nuestros cuerpos
empapados de amor.
Te encontraré para amarte más,
déjame entrar a tu íntimo alfabeto
para saber lo tuyo por su nombre
y a través de tus letras hablar de lo que permanece
y también de auroras y de nieblas.
Cercana ilusión,
déjame entrar para aprenderte
y girar en tu órbita de voces
hablándote de lo que me acontece
y descubriéndote a ti, mi amado amante.
Y en el perenigraje lento
de las horas que resbalan
coloreándose hacia el alba
mi cercana ilusión se cumple
y tú vendrás hacia mí
haciendo eterna nuestra unión
como faz que se dobla
en el arco haciéndose durar.
Cercana ilusión,
plenitud total,
sin quebranto ni inclinaciones inciertas,
centro donde el esplendor
se esparce entre instantes a la deriva.
Al fondo de nuestros secretos,
los dos sabemos que nos amamos,
que tuya soy, que tú eres mío,
nuestros ojos develan sus brumas,
nos miramos frente a frente,
tejiendo un manto de niebla
para ocultarnos
de aquellos que niegan lo nuestro.
Cercana ilusión,
el deseo en nuestros cuerpos nos acerca,
nos empuja a estar juntos en ritmos,
balanceos de gozos y danzas.
Seremos como dos llamas
que apagan su calor
cuando están más fundidas
y tienen más desolación
cuando parecen más unidas.
Ya estamos cerca, muy cerca,
nuestros cuerpos se buscan con fervor.
Estamos en el borde del sueño
y nuestra desnudez
absorberá la luz de los espejos
y eres tú y soy yo
y es un caminar en círculo
dar a nuestros hechos dimensión de arco
y a solas con un impulso loco
decirte
“Te amo”.
El aroma de la noche
El aroma de la noche,
con un perfume de yerba buena y a pinos,
con olores refinados que se despertarán
en el campo a la mañana.
A veces rumoroso se aproxima
y a veces alejándose se apaga.
Con inocente ritmo todo el paisaje canta.
Es la hora del amor
y al vernos juntos un espejo azulado,
un arcoíris se enciende.
El olor de la esperanza,
siempre es el más deseado
pues es la sal de la vida,
la que yo siempre he soñado.
Todo el paisaje canta.
La luz en los renuevos
y en las nubes se enciende.
El aroma de la noche
se nos acerca más
por el vagabundo viento entre las ramas.
Todo el pastizal con flores húmedas de fragancia
nos inundan en nuestro tibio lecho
ebrios de dicha y amor encendido.
Me gusta el aroma apasionante de la noche,
fragancia melancólica
de magia escondida.
Inquieta y penetrante
como nuestro deseo y pasión.
Tan puro y tan denso…
como un vino de amores.
El aroma de la noche
nos conduce entre susurros,
murmullos de amor,
perfumes de magnolias,
azucenas, amapolas,
que nos tienden juntos,
en un nido de paz.
El canto de la aurora se asoma
como una claridad triunfante,
vuelve en la nave de la noche blanca
y él se hace más denso cuanto más aclara.
Huye y ajusta el corazón
su rítmico latir a la cadencia
que inspirada con un millón de notas
nos subyuga y en un millón de arpegios
nos levante cuando al comenzar a brillar
la aurora todo el paisaje canta.
El aroma de la noche,
misterioso, vibrante,
subyugante,
un naranjal en flor nos acuna
y tú aprietas mis deseos
bajo las estrellas rutilantes,
calientas mi piel con tu pasión al viento.
Fluye el río del tiempo,
nos empapamos en sus aguas,
se nos encoge la voz,
nuestras miradas se endulzan.
Se nos agranda el corazón,
la piernas se acalambran,
se estremecen nuestros brazos
y se yerguen nuestras espaldas.
El aroma de la noche,
límpido, calmo,
cálido y el aire hiende en pos de la campana,
averigua del río los cristales,
perfumes, luces,
formas y sonidos azuzan
y apaciguan nuestros sentidos en un riesgoso
y repetido juego de amor hasta lo imposible.
Detrás, en la noche,
la espesa niebla del misterio y más allá,
ocultos en nuestro recóndito lugar,
un dios mudo,
sordo y ciego nos contempla.
Cuando el cielo se afina al conjuro
de un sutil cosquilleo de flautas
y la última estrella remisa abandona
su puesto de guardia,
no perdemos tú y yo
en el abrazo final de esta noche nuestra
y nos seguiremos amando siempre.