Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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jueves, 12 de marzo de 2020
Rencores de un adiós
Rencores de
un adiós
Por qué
aparecieron en silencio,
Doliéndome
el alma y el corazón
Esta
oscuridad distinta y los jardines
Sembrados
de légamos.
Que vagos
sonidos retornan si ecos.
Rencores de
un adiós
Veo paredes
al fondo del lago,
Sus
ventanales describen el tiempo,
No soy el
dolor golpeando muerte
Ni la
diferencia golpeando luz.
Ahora que
el aire me posee,
Debo
encontrar la verdad.
Rencores de
un adiós,
Quisiera
que atendieras todos mis sentidos nuevamente
Quisiera
sentir tu ser rodeándome en tus brazos,
Pero ya es
imposible,
Ya que los
rencores afloran y duelen
Hoy
quisiera que tus ojos me quemaran nuevamente
Me mataran
sin rencores con sus grises ausentes,
Con su piel
de viento, con pasión sin límites.
Rencores de
un adiós
Aquí estoy
bajo la desgarradora soledad
De tu
recuerdo consumiendo mis temores,
Devorándome
mis gritos bajo tu piel
Fantasmal y
traicionera
Que me
ahoga en rencores desde esa
Distancia
tan presente.
Rencores de
un adiós
Me
arrancaste la carne en cada abrazo
Con
rencores sufrientes y dolorosos
Yo no sé
definir en la distancia…
Si estas
presente y me matas
Con tu
ausencia desgarradora.
Rencores de
un adiós
Que golpean
en mi mente
Y me dejan
sin aliento
Más por eso
yo presiento
Que nuestro
amor está en suspenso
Rencores de
un adiós
Que mi
mente se niega
Y mi
corazón siente
Que tú ya
estas ausente.
Te amo en silencio
Te amo en silencio.
Salgo a la noche y me sorprendo,
pocas veces me había ocurrido,
extasiada la contemplaba
sin dar crédito.
Unos segundos más y
la duda comenzó a desvanecerse.
Quede sorprendida,
su brillo fue dejando ver tu rostro,
lucias en tu tez fuerte y viril,
espléndida,
el hombre más deseado para Amar.
¡Qué belleza!
¡Ah!
LUNA, LUNA, LUNA.
Gracias por este momento,
gracias por este numen,
gracias por verte e imaginar que estoy a tu
lado
y por tenerte abrazado en mi lecho,
estrechándonos con pasión.
Aun no has alcanzado
la gloria de tenerme,
perdiendo el sosiego cuando te alejas de mi.
Te amo en silencio.
Esta hoguera que hemos encendido,
que hemos gozado con pasión y fuego
por estar unidos en una sola carne.
Te amo en silencio.
Quiero tenerte a mi lado,
en nuestro nido de amor,
eres mi amado amante,
el único,
el verdadero,
el diáfano.
El amor sí se nutre jamás muere,
es inocente y puro.
Afanosamente te busco,
sin discreción,
eternamente,
no desesperes que algún día te hallaré.
Te amo en silencio,
sin ecos,
sin sombras,
sin misterios.
Soy tuya y quiero demostrártelo
con caricias, besos, mimos,
adaptando nuestros cuerpos como uno solo.
Te quiero tal cual eres,
trasuntas transparencia,
diafanidad,
sigilo.
Tu discreción aflora
cuando te vas acercando a mí,
la distancia se acorta y sin disimulo
nos miramos a los ojos profundamente
con deseos de estar muy juntos,
sin secretos,
en paz,
la paz del amor.
Te amo en silencio
y te pregunto ¿que sientes cuando me intuyes?
¿de quién eres?
Y abres los lazos y me enseñas
la alta imagen de ti y me dices que mía.
Te veo como un cóndor, aguerrido,
con tus garras afiladas
buscando llevarme entre tus alas
como una presa entregada
a los altos abismos del mundo, donde
la soledad nos hará sentir
que por fin estamos juntos.
Tu huella que mi mar se llevó
Tu huella que mi mar se
llevó,
lejos, lejísimo,
ni se verán más
tus pasos firmes y seguros,
ni sentiré tu húmeda piel
sobre mi cuerpo,
desnuda está mi carne,
colando entre mis dedos
mansa arena aunque a veces
hacia adentro
el deseo reverdece
puliendo artesonados por tu
ausencia.
Tu huella que mi mar se
llevó,
otras aguas se mueren en tu
pecho
que son mar a mis sueños y
mi olvido,
mas tus naves combaten
y naufragan en un abismo
de geográfico equilibrio.
Iré a vivir el mañana
sin que tú cerques mis
huellas,
temblando de futuro,
a sentir la vida de prisa,
segundos,
siglos,
siempre, nada.
Alfabetos de mi espuma
un día te alejaron de mi mar
y yo por perdido te di,
quizás por un instante tan
sólo.
Tu huella que mi mar se
llevó,
porque ya no sentía las
alegrías altas
de tu querer y las angustias
de estar
aún queriendo poco me
inundaron
con lagrimones que anegaron
mi pecho.
Sólo quedaron en mi alma los
poemas,
las frases,
los monosílabos de amor
que se escondieron dentro,
muy dentro,
para que tu huella
no se lo llevara a la nada.
Desde la tarde aquella
que mi mar te llevó
aún andan por mis venas
mis versos despacito
y muchas cosas he visto
que pasaron traídas
y llevadas por el tiempo.
Sobre ti fui pasando
mis horarios perdidos,
sobre mí tú seguiste
como el sol en los pétalos.
Y tu huella mi mar se llevó
en la brisa de mi dolor
caído,
con la tristeza ingenua
de saberme en lo cierto,
tu vida era un profundo
batir
de inquietas fuentes
en inmenso río blanco
corriendo hacia el desierto.
Tu huella que mi mar se
llevó,
te llevaste mis caricias
en el gesto de tu abrazo
y en tus palabras quedaron
rumores
parecidos al lenguaje
que llevabas en tu boca de
agua
desde el más quieto charco
al más agreste risco.
Entre el hombre y mi alma
se ha cruzado una espada
de espumas blancas.
Ha sonado la lucha
y me siento intocada,
mi mar te llevó,
estoy sobre los siglos
con fiereza de olas…
¡Nadie palpe la sombra
que mi impulso ahuyentara!
¡A veces la vida me quiere
estallar
en canciones de angustia inesperada!
Yo quisiera quedarme
en el secreto de mis penas
punzantes
como estrellas,
pero mi alma no puede
alcanzar
el silencio del poema sin
palabras.