Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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domingo, 10 de mayo de 2020
El arte de amar
El arte
de amar
consiste
en vivir
y el
arte de vivir
consiste
en amar.
Cuando
la palabra brota
refulgente
del corazón
trae suspiros hondos cuando florece,
es cuando en los ojos
nace la
estación
en que
las pupilas se iluminan de amor.
Nacen
de mi alma versos y estrofas,
formando caricias en mis manos
y
enamorada, fascinada totalmente
hago
del amor un sublime placer.
Siento
que mi corazón
me
exhorta a actuar
como su emisario
y mi
voz te susurra dulcemente
mis sentimientos cándidos
en la
luna frágil
de la tarde nuestra.
Sin
hablar, en un silencio distante,
nuestros
labios temblorosos de tentación
sentían
los latidos en ansias
verdes,
azules,
en
ondas para rendirse
en las
mieles de la pasión.
El arte
de amar nos eleva
a la cima más alta del más allá,
al
momento tan perfecto, tan sin par,
imposible
en lo mejor del placer
de
estar tú y yo juntos.
La
esencia del amor
está en
los ideales de la paciencia
entrelazando
mieles, pasiones intactas
como tejidos de hilos.
Es un
don, un diseño ideal,
meditando juntos
aprendemos
a amarnos más.
El arte
de amar
es
saber proteger y cuidar
esa
ilusión nacida sin saber
por
qué, frágil y perfumada
sin
atrevernos a tocarla
por
miedo a que desaparezca en la nada.
Amar es
una mirada que se enciende,
una voz
que penetra,
una
necesidad de caricias,
un
mundo de dulzura,
una sed
de ternura, es cantar y bailar,
respirar y sentir, abrazar y mecer.
Mirar
juntos esa puesta de sol,
escuchar
el murmullo de las olas,
volar
alto en el cielo
mecidos
por el suave viento.
El arte
de amar
es
proteger la vida,
vivir
momentos únicos e inolvidables,
compartir
alegrías y tristezas,
luchar
juntos siempre.
Quiero
llevarte en mis pensamientos
y
sentir tus brazos rodeándome
cuando
cierro los ojos,
diferenciar
tu aroma
y saber
que eres tú
quien
está aquí a mi lado,
demostrándome
que amar
es un
arte
que
llevamos siempre con nosotros
pero que tan solo desarrollamos
cuando
hallamos a ese ser mágico
que nos
arrebata una ilusión
para convertirla en realidad.
El arte
de amar
es
poder volar sin alas
y
sentir en el pecho perfumado
con
rosas y calas,
es
abrir un fino abanico
y
desplegar sensaciones
y
perderle el miedo a las emociones
cuando
los suspiros se vuelven canciones.
El arte
de amar es saber besar,
acariciar y encender la pasión,
es la
gloria a alcanzar
y eso
¡amado mío!...
eso…
eso es celestial,
en el
cielo monosílabo
de ser
dos queriendo vivir.
Candidez amorosa
Candidez
amorosa,
mis
pasos de alondra,
pisaron
el otoño húmedo
y te
sentí volar entre la fronda
indiferente de viejos pergaminos,
te
fuiste lejos,
a
lugares inciertos.
Quise
seguir tu vuelo solitario,
quise
amarrar mis ojos
a tus
amadas alas,
quise
rehacer mis dedos
con tus
plumas,
quise
volar cerca de ti,
entretejiéndome
entre
tus cálidas caricias.
Candidez
amorosa,
inocente,
crédula,
creía
fácil seguirte y tenerte cerca,
más tú
volabas, volabas…
Autómata,
juguete de papel y cielo
y te
tragaba el viento
y te
mordía la distancia luminosa.
Y yo,
soñaba… soñaba…
que
hoy… tal vez mañana…
quizás
un día
yo
sería la rama de tu nido.
Candidez
amorosa,
entre
trinos y cantos, versos y metáforas,
tejiendo nuestro hogar
para
ser tuya en nuestra rama
y donde
allí posarás tu piel
con el
ahogo de tu aliento.
Pero el
tiempo pasó,
lento, muy lento,
no hubo
nido, tú volaste…
Fuiste
un cuento, mi sueño,
mi
leyenda de otoño en serenata.
Candidez
amorosa,
cuando
mis ojos gritan tu nombre
en la
soledad de la distancia imperdible,
el
recordar el abrazo de tu piel,
de nave
humedecida,
me
sacude y me hiere,
me
desdobla y me eleva,
buscándote
en esa distancia lejana
donde
tú te resguardaste,
te escondiste.
Mi vida
es ahora
un
cielo trivial de sueños locos
que
llenas con tu aliento
de
viajero errante y taciturno.
Aprieta
mis deseos,
caliéntame
las carnes
con tu
pasión de viento.
El sol
será mañana
un
plato de lujurias
y tú
serás mi boca
y mis
manos desgajadas.
Candidez
amorosa,
¿adónde
me conduces?
¿Por sendas de ingenuidad,
candor,
inocencia?
Creo en
todo lo que me rodea
y a
veces agobiada, debilitada,
por creer en imposibles,
me
tiendo
en el
manto oscuro y plácido
del
campo abierto a la noche
y entre
las estrellas rutilantes
me voy en tu búsqueda
con tus
sueños y pensando imposibles,
que
nuestro amor como pájaro sin alas,
se
acurruca desarmado
en
nuestros cuerpos,
en
nuestras bocas,
en
nuestros corazones.
Candidez
amorosa,
canta
el río mojado de tipas
y
empedrada en la sed del silencio
se
consumen nuestras formas
fundidas en el tiempo inagotable.
Placeres
y gozos,
caricias que desgarra,
besos
que dibujan
nuestros
rostros temblorosos.
Es
nuestro amor
que
muere cada noche
para
nacer…
y volver
a morir a cada instante.
Amor
mío,
desboca
los temores indefensos,
mi
aliento con tu boca,
haz mi
piel con tus ojos de humo
y del mundo sin final
la comunión de una eterna entrega.
Desarraigada
Desarraigada,
su
significado profundo y hondo
hiere y lastima el alma,
trastorna mi mundo interior,
confunde
mis amores
en
desamores.
¿Por
qué me siento apartada,
alejada
del
mundo que me rodea?
Soy una
emigrante itinerante,
mi lar
está fuera del real,
mi imaginación me transporta
a un
mundo
donde
vivo dando amor,
traspasando barreras,
cadenas,
prejuicios,
críticas,
¿cómo
no sentirme perturbada
al
vivir desconectada,
descuajada
de la
rama alta del ciprés
verde y frondoso,
cima en
la que creí vivir,
levantando vuelos cortos
y veloces
para
regresar
al
lugar que creí era amada?
La vida
tiende sus redes
y en un
instante
me
siento dañada
pero,
¡ya no más!
No
pueden arrancarme de la luz
que me
conduce a un orbe nuevo
y
maravilloso,
desprendiéndome
de lo que el amor
me hace escribir,
inundar
páginas en blanco
que me buscan desesperadamente
con
ansias de volcar en ellas
mis
inquietudes,
mis sentimientos,
mis
deseos de escaparme
a otro
lugar distante
y vacío
donde encuentre la paz ansiada
en mis
ideas locas
de
estar enamorada de la vida.
Desarraigada,
desterrada de este mundo real
para poder irme
al
mundo mágico,
puro y
límpido
donde
nacen mis prosas poéticas vírgenes,
sin causas ni porqués.
Desarraigada,
me voy,
no
tengo tiempo de volver a empezar,
de
regresar a ese pasado
cercano
y lejano a la vez,
debo volver al hoy,
plenamente,
entre
cielos azules
y nubes de algodón,
entre
desprecios de lejanías,
mares
transparentes,
turbulentos y calmos,
entre
rojizas puestas de sol
en el
horizonte lejano,
donde las
nubes danzan
a su alrededor,
en
silencios y vientos calmos.
Desarraigada,
¿por qué ocurrió?
No lo
sé,
son
diferencias de vida,
de
sentir el amor y de ser amados,
como
ídolos de mármol,
duros,
impenetrables,
rígidos
y no
con el corazón abierto
para
dar lo mejor de mí,
de
sentir cálidos sentimientos
y
brisas frescas
y
limpias en mi mente.
Ya me
desprendí
de todo
el manto de llanto,
ahora
sólo correré tras la música,
las risas,
las bellezas del verde bosque,
el azul del mar
y los
corazones tibios y verdaderos
que se
me acercan
y me acarician
con sus
miradas dulces
y
palabras tiernas
buscando en mí
el amor que aflora
sin
saber por qué.
La
pesadumbre se fue lejos,
no
quiero pensar en los recuerdos
que me
hicieron mal,
busco la luz,
quiero sentirme envuelta
en ese
capullo que me protege
entre
palabras de amor
en mi ser entero
y que
la alegría me invada entera,
no sintiéndome desolada
y
triste,
si no plena de amor
para
dar a raudales
por el
mundo que me rodea
y lo
quiere recibir.