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lunes, 30 de agosto de 2010

DULCE RENDICIÓN

Dulce rendición, soy la mujer enamorada que se atreve a cruzar los arcos de los puentes para llegar a ti.
Me rindo, aún después de haber sufrido, al amor que como trueno rompe la luz en mi alma e inunda mi ser, antes acongojado y triste.

Me rindo dulcemente a tí, estrenando el día que volvimos a estar juntos en este volcado y posesivo amor, salvando obstáculos, puertas cerradas, aguas caudalosas, abismos insondables y portones herméticos.

Recorro temblorosa y con hondas ternuras tu rostro amado, me hundo en tu mirada dulce que hace vibrar mi corazón y beso tus manos, pétalos de lirio, que acarician sin tocar y me deleito gozando tu breve sonrisa de Eros.

Me rindo dulcemente, no importa que te alejes por mares, cielos o espacios y te aparten porque al tiempo llegas, como fidelísimo narciso a dar su perfume y los carismas divinos de la luz y del canto.
Eres la luz que rompe la oscuridad, la risa inmutable de los años que resuena en el eco y vuelve a mí para reírnos juntos.

Me rindo dulcemente, yo soy la que te quiere, la que llega en tus sueños y respira a tu lado.
Yo soy un nombre que canta y te enamora desde el otro lado del horizonte.

Dulce rendición la mía, llevada a ti por la brisa marina, desgranando remembranzas con un morral de sueños y viviendo por el néctar milagroso que depositas en mis manos.

Secreta lumbre que hacia mi alma llevas la blancura de la luna entre los sauces, eres mi río de música, llovizna de jazmines, mi felicidad esperada.

Dulce rendición voy hacia ti desnuda y casta al ritmo de la danza, al son de red de violines, entre tiernos pastos a orillas de las aguas, sola y pudorosa con guirnaldas de flores en piernas y brazos, feliz amando…

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