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viernes, 27 de julio de 2012

El ruido del silencio


El ruido del silencio embarga mi alma, ruido sordo, amortiguado, ambiguo, lejano.
El silencio es el ruido más fuerte, quizás el más fuerte de todos pero en él sólo se escucha lo esencial.
Allá muy dentro de nuestro propio silencio y con valor avanzaremos en la soledad de nuestro corazón, llegaremos hasta la luz, más allá de las palabras y explicaciones y encontraremos en un pequeño recoveco todo el gran amor que fortalece nuestras almas.
No puedo oír el ruido del silencio sino encerrarme en mi interior y sentir llegar tu arrullo, de a poco, despacio, como poemas escritos en noches enteras.
El ruido del silencio, no quiero oírlo, ni siquiera la voz que me sale de adentro, sólo sentir que desde lejanos lugares tú me estás queriendo y saber que estoy soñando despierta.
Quiero un amor callado, sin ruidos del silencio, que en la discreta madrugada pone junto a mi reja la ilusión de una estrofa perfumada como música olvidada de esperanzas que esperan sin ruidos, pero en silencio.
El silencio que crece con el amor, deja escondido los ruidos, los pesares y es en el lenguaje mudo, sin voz ni palabras, el que nos lleva a la dicha suprema con sones de arpas y calor de besos.
Los ruidos del silencio se los lleva el viento y al atravesar los rayos del sol una luz los traspone hasta el firmamento, en un viaje hacia orillas del fin del mundo dejando que en  nuestro interior sólo se oigan como bañadas con aguas de lluvias cristalinas las  palabras que nos vibran con el cálido amor más allá de todo.

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