Caminando
el sendero, difícil sendero de la
soledad, se divisa lejano el amor que me
diste, ¡no importa, mi bien ¡ puedo quererte en la lejanía añorando tus ojos,
espejos de vida, porque sin ellos ¿qué
sería de mí?
Arrebatadas
fuerzas, vendavales del mundo se levantan y me turban.
Puedo
quererte, ¡eso es lo que importa ,buscando el símbolo inexorable de la
felicidad!.
Dulce
placer, dolorosa herida, añorar
esos ojos que una vez me quisieron tanto,
mis ojos palpitantes añoran los tuyos, color de selva ardiente, plenos de vida
¡creo que aún me recuerdan, los quiero más y cuanto más los quiero, más me
dejan!
Sálvame
amor, dame la mirada obnubilada que me diste aquel día, cascada de amor, que no
perece, isla habitada por dos ecos que se arrullan en el viento de dos eternos amantes
¡Si
lográramos quedarnos solos, prendidos a los restos del silencio tú y yo!, escapados
por milagro del naufragio de aquel callar, se aboliría lo que no era nosotros
en nosotros.
Añorando
tus ojos busco la luz, luz de eternidad,
luz de vida.
¡No quieras
tardar, mi alma te extraña!, lozanía
ardiente de dos espíritus amando en secreto, secreto divino.
Añoro tus
ojos, mi cuerpo junto al tuyo, detrás del sueño, del amor,
desnudos, cómplices,
creen haber sido así desde siempre, vírgenes de las telas y del suelo, creen
que no pisaron mundo.
Añorando
tus ojos contra la claridad está
latiendo mi ansia de soñar un encuentro.
Puedo
estallar en gozo junto a tu piel, semidespierta,
aquí en la penumbra, defendiendo inmóvil el esperado amor.
Añorando
tus ojos puedo presagiar de dos lejanías, un solo silencio…
No hay comentarios:
Publicar un comentario