Visiones albas,
luminosas como caminos de espejos, y por ellas te vi venir hacia mí.
Traías cantos nocturnos de amor para que los escuchara sólo yo,
blancos y puros, inocentes como canto de pájaros.
Visiones albas llegaron a mí y te di la ofrenda de mi cuerpo y de
mi voz como un ramo de flores blancas que abandona el viento en el umbral.
Caminamos juntos en senderos de flores albas y juntos recibimos la
delicada urgencia del rocío.
Visiones albas que con voces prístinas se van por el espacio
cantando para que en las largas esperas de las ansias sean rumores que quiebren
las agujas de hielo de los que nos separan.
Visiones albas que
nos hacen leer palabras no mutiladas por el tiempo, ni dueñas del silencio, sí
son vigías detrás de los poemas.
Amor albo, cual marfil como un lirio florecido iluminas nuestra
vida encendida por el rayo de la luz blanca y brillante.
Visiones albas de un amor eterno y febril que nos hacen llegar del
sonoro teclado del blanco clavicordio, canciones sonoras, que hacen estremecer
nuestros corazones rebosantes de dulces caricias y a nuestros brazos ramilletes
de blancas flores que con sus cálices perfumados nos inundan como una canción
matinal de amor.
Visiones albas, cual intacta nieve de crestones blancos y cual
perlas nítidas escondidas en el mar profundo, nos hacen vibrar al unísono y
unirnos más blancos que los blancos vellocinos y más pulidos que el mármol
transparente, iluminándonos con la luna blanca que en el espacio riela y nos
hace amarnos más allá del todo en un mar albo e infinito.
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