Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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miércoles, 7 de noviembre de 2012
Mágico embrujo
Mágico embrujo se despertó en la intimidad junto a ti,
misterio en tu cuerpo, seducción que me lleva a volar a cielos infinitos.
Vigilia de besos, abrazos, palabras, deseos, delirios,
ensueños…
Mágico embrujo, aquieta la noche a orillas del mar, entre tu
mirada y la mía llenas de deseo juntos a la luz de la luna donde se refleja en
el mar y danza la divina magia.
Entre música de
violines y tenues luces de velas, divaga mi mente imaginando toda tu piel.
Desnuda mi alma en un mágico embrujo, abrázame y sentirás mi
corazón latir y tendrás de mí el gran amor.
Mágico embrujo, no me olvides, que mi recuerdo no se pierda
en el ocaso junto al sol, haz que mi corazón suene como un cascabel, remóntame
siempre y llévame contigo por aire, por tierra, entre sueños y anhelos.
En el dulce embrujo de tus ojos, danza mi alma enamorada y
si me sonríes me apasiono ansiosa por dejarme acunar por tus palabras.
Y te veo, mi poeta-navegante que por un mágico embrujo
recorres los mares de mis horas, capaz de romper cualquier escollo que quiera
apartarme de mi sombra.
Me entrego a la magia de tu vida, que dibuja en mi piel,
caricias que antes no tenía, segura que al beber de la miel de tus secretos,
renaceré como tierno bambú en agua quieta.
Tan convencida estoy de tu gran transparencia en la que vivo
de la luz, la lluvia, el cielo, son formas en que te escondes para aparecer en
un mágico embrujo, al encenderse las estrellas casi en silencio.
¡Aquí estoy, a tu lado siempre!
Mágico embrujo, olvido de yo en tú, recuerdo de tú en mí.
Sólo los dos, universo infinito de amor y placer, seré viento que ágil disperse
tus doradas palabras. Seré vida en tu noche y luz en tu silencio, seré todo yo
en ti, fuente de juventud eterna que perpetúe tu risa en mis labios, tú y yo en
el embrujo inmortal de la mirada y te
seguiré diciendo con mágicas palabras, susurrando o en silencio un ¡te quiero!.
Mágico embrujo del amor que nos lleva en blanca espuma del
gran querer callado, mar total flotando en el paraíso que anhelamos ser.
El viento que te trajo
El viento que te trajo, como brisa suave llegaste a mí para
borrar la tristeza de no tenerte junto a mí, susurrándome canciones con
palabras dulces para enamorarme.
El viento que te trajo me acunó suavemente en el aire,
llevándome en volantas de caricias como trapecista de altas nubes.
Escribiré en el viento poemas de amor, seré como fuego que
tu cuerpo quema, como llama ardiente y pasión eterna.
El viento que te trajo buscó en las nubes almohadas de seda
para que al dormir tu sueño no pierdas nuestros silencios de caricias mudas.
Y cuando en las oscuras noches, el viento, rumores, llegan y
me tocan me asombro de ver que el brazo que te tiendo no lo estrechas, ya que
aún me sigues buscando en un abrazo sin término, buscando un más detrás de un
más, otro cielo en su cielo.
El viento que te trajo me llevó flotando a la deriva,
confusa me siento en mi existencia misma y sigo mi trayecto tan sólo tras de
ti,. no quiero perderte, sólo encontrarte.
Oigo voces de asombro en la boca del viento, nos esconde de
este mundo, en un íntimo secreto confundiéndome en nuestro vuelo en aves de
fantasía, dejando una rosa de agua en nuestros ensueños.
El viento que te trajo, mi viento que me alzó desde las
rudas cuestas a buscarte con mis pálidos anhelos, dejando estelas de poemas en
el río y un río en el poema de mis primeros sueños.
¡Cómo sueño las horas azules que me esperan tendida en el
aire a tu lado, sin más luz que la luz de tus ojos, sin más lecho que aquél de
tus brazos!.
El viento que te trajo me arrebató mis días y mis noches y
me dejaste vagando por el infinito en una luz difusa y violeta sin más frases,
palabras que en mi boca se iban encendiendo como estrellas, buscando donde posarse para que tú
las recibieras al abrir los secretos de la noche.
El viento que te trajo me embriagó el alma con tu amor,
labrando muy hondo dentro de mí la dócil materia eterna que te amará por
siempre.
Te sentí llegar, parecías una nube alta, un fantasma sin
asidero, un horizonte sin llegada, pero sí ahora a mi lado vamos juntos entre
vientos más ligeros, entre nubes, soñando los sueños nuestros que nos llevan a
encontrar otros nuevos que nos empujen a estar siempre juntos como dicha futura
llamándonos…
Las calles del miedo
Las calles del miedo, esas, las
oscuras y escondidas entre resquicios de mi alma de experiencias dolorosas
vividas en el pasado de ayeres.
De ellas no sabía salir, eran
laberintos intrincados, tenebrosos, desolados, me sentía zarandeada, engañada,
en una red de mentiras y falsedades sin fin.
Te amaba más allá de esta vida,
eras mi faro, mi luz, mi existir todo y cuando tú derrumbaste, con un golpe
tajante y frío ese castillo de cristal que juntos habíamos construido, mi mundo
se derrumbó en pedazos, desperdigados por los nortes, sures, estes, oestes,
detrás del sol casi negro y de la luna amarilla con reflejos de espejos.
Me dejaste en las soledades del
temor y pesares con el espíritu desdoblado como telas de tisú rojizas y
llameantes.
Las calles del miedo,
imperecederas, encubiertas, atadas con lazos invisibles para que se las lleve
el viento huracanado y las arremoline en abismos profundos del olvido, en
cuevas jamás encontradas, nunca más.
¿Qué he hecho yo para merecer la
desgracia de no ser amada por el ser que en algún instante de ese pasado me amó
con desesperación?
La vida me plantea esquinas,
rincones, vueltas, giros inesperados frente a los cuales no supe ni pude estar
preparada.
Las calles del miedo que desde
las penumbras me acosan, me sumergen en vahídos y mareos danzantes con sones de
trompetas de submundos que me hacen emerger inmóvil y estática como estatua
cubierta de flores marchitas y enredaderas secas.
Las calles del miedo que
atraviesan en breves instantes este hoy que vivimos con ellas como muros del
tiempo, recordados a veces, olvidados otras, pero siempre dentro de nuestro
pasado como experiencias vividas que nos elevó a vibrar en la sensibilidad del
llanto, de la queja, del lamento.
En este hoy las recorro en
puntillas, sin pies en la tierra, volando con alas rotas que se mueven hacia
este mundo más feliz en el que vuelca mi todo en poemas, prosas, versos, porque
la vida me está despertando nuevamente al amor de vivir, de volver a ser yo
otra vez, conmigo misma, a quererme y a querer al mundo que me rodea.
Ahora estoy absolutamente
enamorada de la vida, piso fuerte y con mis totales sentimientos la tierra me
acoge en todo su esplendor y brillo.
Vivo, vibro, danzo, canto,
escribo con todo mi amor, ya las calles del miedo desaparecieron en la nada de
mis pensamientos, no dejando huellas de heridas ni dolores.
Ellas me condujeron a ser lo que
soy hoy, una mujer poeta colmada de amor.