Me están haciendo zumbar mi mente, como zumban las colmenas,
en la estación de las flores, al sol de oro de la siesta.
Son los versos que en tropel abren las alas y vuelan, levantando un tembloroso remolino,
de cadencias.
Son los versos que palpitan, se agitan, y rápido se dispersan como ecos de un estampido,
como musicales flechas, va en busca de las flores divina de la belleza y van para no volver o
para volver con ellas.
Unos versos palpitantes van a los jardines y unidos a las abejas oyen y aprenden el dúo que en la flor recién abierta, el perfume y el color misteriosamente elevan.
Otros ajustan sus liras al susurro de la selva y ensayan todos los cantos de las aves que la pueblan,
desde las triunfales notas de las calandrias trémulas, hasta el piar de los nidos de notas breves y cálidas.
“ Pienso en tus caricias
y tus caricias corren hambrientas
sobre mi piel dormida”
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