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lunes, 30 de octubre de 2017

El ruido del silencio


El ruido del silencio embarga mi alma,
ruido sordo,
amortiguado,
ambiguo, lejano.

El silencio es el ruido más fuerte,
quizás el más fuerte de todos
pero en él sólo se escucha lo esencial.

Allá muy dentro de nuestro propio silencio
y con valor avanzaremos
en la soledad de nuestro corazón,
llegaremos hasta la luz,
más allá de las palabras y explicaciones
y encontraremos en un pequeño recoveco
todo el gran amor
que fortalece nuestras almas.

No puedo oír el ruido del silencio
sino encerrarme en mi interior
y sentir llegar tu arrullo,
de a poco, despacio,
como poemas escritos
en noches enteras.

El ruido del silencio,
no quiero oírlo,
ni siquiera la voz que me sale de adentro,
sólo sentir que desde lejanos lugares
tú me estás queriendo
y saber que estoy soñando despierta.

Quiero un amor callado,
sin ruidos del silencio,
que en la discreta madrugada
pone junto a mi reja la ilusión
de una estrofa perfumada
como música olvidada de esperanzas
que esperan sin ruidos,
pero en silencio.

El silencio que crece con el amor,
deja escondido los ruidos,
los pesares y es en el lenguaje mudo,
sin voz ni palabras,
el que nos lleva a la dicha suprema
con sones de arpas
y calor de besos.

Los ruidos del silencio
se los lleva el viento
y al atravesar los rayos del sol
una luz los traspone hasta el firmamento,
en un viaje hacia orillas del fin del mundo
dejando que en  nuestro interior
sólo se oigan como bañadas
con aguas de lluvias cristalinas
las  palabras que nos vibran
con el cálido amor más allá de todo.

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