Mi
júbilo, regocijo, algaraza del alma
tú
regresaste a mí.
Allí
te vi y no quise detenerme en la orilla tu vida.
Es
abril de un año que para ti no existe
y
sin embargo, un dulce calor te trajo aquí a mi lado.
Era
yo apenas una certeza esta mañana
y la
espuma del sueño
y
los lados del día
se
apretaban junto a mí.
El
júbilo del encuentro:
¡Qué
exaltación!
¡Albricias
estoy contigo!
Y en
mi anhelo me atrae tu voz,
emociones
vibrantes que tiernamente
como
un murmullo de un fresco manantial
me
susurra despacito frases de amor.
Es
tu nombre luz, magia y sortilegio.
Júbilo
del encuentro deseado,
es
la apoteosis de lo tan necesitado.
Sólo
el murmullo de tu voz
es
como escuchar el aleteo de pájaros,
gaviotas,
gaviotines, alcatraces,
que
besan el mar y coquetean las ramas de los árboles.
Contigo
a tu lado exclamo con alegría,
¡Bienaventuranza!
Por
fin estoy feliz.
En
este tiempo medido con ensueños,
¡Al
fin! veo que sales de mi nada tormentosa.
Tus
caricias ya corren sobre mi piel dormida
dejándome
apegada a ti.
Allá
voy con mis delirios,
a
saborear la paz serena de tu amor.
Enciende
la leña de tus brazos,
para
recibirme entre las lenguas
húmedas
de tus manos
“El
movimiento
por breve que sea su
existencia
es vida.
Tiempo
interminable el del amor”
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