¿A dónde vas tú, el itinerante eterno?
Llegadas sin retorno, idas sin regresos, senderos no hollados por caminos ignotos, ese es tu destino.
Tu principio y tu fin.
Atrás de quimeras orladas de sueños jóvenes, sin tiempos vividos y jornadas largas plenas de pensamientos intensos que atrapan el alma en una celada con vislumbres de maravillas que como metas se proyectan desde el arco a la flecha en un lapso sin instantes previos, entre luces y sombras.
Itinerante eterno, pirata de los mares inalcanzables, encuentra pronto tu hábitat cálido y puro donde descansar.
No más peregrinajes ocultos, desviados, que te conducen a lugares remotos sin fines concretos de búsqueda, de paz y amor.
Detén tu camino, haz un alto en él, recorre con tu alma buscando la luz que es energía pura y luminosa para que tu excelsa palabra cale hondo en el corazón de la gente sencilla y pura del pueblo, sin máculas ni pesares.
Itinerante errante, pirata de los siete mares, recala una vez en mí, llega con ansias de amarme tan sólo un instante, un segundo que valga una vida eterna.
Dulce amante mío te vislumbro a través del cosmos, te siento cerca de mí, ¡ven a mí! ¡te espero! que tu barco itinerante te traiga a mí tan solo por un instante, no importa; pero que valdrá en esta vida como vivida a través del tiempo en otros mundos, en otras galaxias, en otros cielos.
Te espero itinerante cambiante y sin palabras, con sólo caricias y amor para dar a esta sola alma a la que inspiras anhelos profundos
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