Dame un corazón nuevo que sea mi refugio incesante entre los vaivenes de la vida y mi cobijo y mi amparo para continuar amando.
Dame un corazón nuevo, para que mis ansias intensas y apasionadas queden dormidas para expresarse en el momento que esté contigo.
Tú y yo somos peregrinos de otras dimensiones que recalan como lluvia, como rocío, sobre lo destruido, sobre lo repetido, promoviendo lo regenerado con nuestros corazones latiendo al unísono, unidos por un compás vibrante y acorde.
Dame un corazón nuevo, lleno de miel y sin heridas, ni pensamientos grises y doloridos, de lo que quise y ya no quiero pero que guarde mis antiguas inocencias y mis románticos secretos.
Dame un corazón nuevo que sienta los trinos que da a la aurora el ruiseñor desde los altos pinos lejanos y así ir hacia ti sin temores y sin manantiales de lágrimas en mi alma, sólo con esperanzas de amor en mis horas largas.
Dame un corazón nuevo para pensar en ti a cada instante, provocándome en pensarte y esperarte ya que eres el amor que sucumbe en el espacio más ínfimo de mi ser.
¡Ay amor! ¿Qué le haces a mi corazón? ¿Qué le haces a mi mente prisionera de tu dulzura?
Dame un corazón nuevo para crear mis mejores metáforas, mis más sentidos versos, sólo sintiendo el sonido tierno y suave de tu voz y buscar entre los dos la felicidad de fuego puro, abrazándonos sin movernos.
Dame un corazón nuevo para cuando mañana al despertar, la vida sea virgen, plena de luz, de silencios temblorosos y haremos que por vez primera el mundo tiemble en nuestro día, igual que en las arenas de las playas perviven vestigios de un gran barco naufragado.
Dame un corazón nuevo para que nuestros sueños de amor sean eternamente duraderos.
Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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miércoles, 17 de noviembre de 2010
Desde la lejanía
Desde la lejanía, a través de los cielos gozamos de la esperanza de encontrarnos, de tener la luz que no tenemos y en ese gozo de esperar, la felicidad nos encontrará.
Nunca más solos, mundo de dos, frutos de dos, verdad paradisíaca, inventada por nosotros entre poemas, palabras, letras que nos unieron como apretados hilos de plata con sabores de mieles.
Desde la lejanía, en mi imaginación, camino entre perfumadas setas y retamas y voy hacia los torrentes que caracolean sobre las piedras resbaladizas de musgo, entre las extensiones de brezas rojas, entre los espesos pámpanos donde se posan las alondras.
Desde la lejanía al despedirnos, nos separamos con ansias ya de otra luz de encuentro, para gozar el vivir que hasta ahora ha sido trémulo, presentirse jubiloso como promesa eterna de amar.
Desde la lejanía, pero tan cerca que vibraremos con inquietudes, con vehemencia, con honduras plenas de sinceridad, amándonos alma con alma, corazones cálidos que anidan el deseo de estar juntos.
Quiero tu amor como árbol florecido y hoguera de estrellas, río de música, llovizna de jazmines que por dentro me abracen, me acaricien con esa dulzura que tú solo puedes dar.
Llévame contigo, vagabunda de amor, entre tus silbidos y quejas retumbantes, al paraíso del vendaval eternamente unida a ti, tú, mi felicidad, tú mi mundo todo.
Nunca más solos, mundo de dos, frutos de dos, verdad paradisíaca, inventada por nosotros entre poemas, palabras, letras que nos unieron como apretados hilos de plata con sabores de mieles.
Desde la lejanía, en mi imaginación, camino entre perfumadas setas y retamas y voy hacia los torrentes que caracolean sobre las piedras resbaladizas de musgo, entre las extensiones de brezas rojas, entre los espesos pámpanos donde se posan las alondras.
Desde la lejanía al despedirnos, nos separamos con ansias ya de otra luz de encuentro, para gozar el vivir que hasta ahora ha sido trémulo, presentirse jubiloso como promesa eterna de amar.
Desde la lejanía, pero tan cerca que vibraremos con inquietudes, con vehemencia, con honduras plenas de sinceridad, amándonos alma con alma, corazones cálidos que anidan el deseo de estar juntos.
Quiero tu amor como árbol florecido y hoguera de estrellas, río de música, llovizna de jazmines que por dentro me abracen, me acaricien con esa dulzura que tú solo puedes dar.
Llévame contigo, vagabunda de amor, entre tus silbidos y quejas retumbantes, al paraíso del vendaval eternamente unida a ti, tú, mi felicidad, tú mi mundo todo.