Picardía, surge de pronto, en imprevisible momento como burla o travesura, me hace sonreír, le dan a mis pasos prisa con ganas de ternura.
Tal vez en una chiquillada con visos de candor me lleve a la ilusión de que tan solo es ingenuidad pura y sana, efímera en el tiempo, breve en su transgresión pero que da a mi vida el sentir pasión y deseos de vivir en felicidad.
Picardía, en secreta travesura la frágil mirada de “yo no fui” inunda mi alma de inocencia y el rubor inunda de emoción mis mejillas y mis ojos se llenan de ternura como el aliento del viento.
Picardía, de luz amanecida, son suspiros como toques divinos, son la luz de mi vida, toques de serenidad y alegría.
Traviesa llega con desparpajo la inocencia con deseos de llegar al celeste cielo y flotar entre nubes de algodón y de espuma.
Quizás una picardía me devuelva la alegría y me acerque a mi amado entre arrumacos y mimos, entre risas cantarinas, entre sonoras carcajadas.
Y traviesa se dibuja una sonrisa, nuevamente el ansia de vivir me inunda el espíritu y al olvido se van tristezas y malicias, fresca el alma y tibio el corazón.
Por una picardía, un beso, una caricia, sin memoria de los grises, sólo el bosque de verdes pinos, el perfume de las flores, relevantes los colores.
Los pájaros con sus trinos nos llevan a amarnos más con sensaciones de paz y bienestar.
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