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miércoles, 28 de marzo de 2012

Tu silueta al desnudo


 Tu silueta al desnudo, ya no está a mi lado y pregunto por tu ausencia mientras mis ojos se acostumbran a la oscuridad.
Si eras un fantasma siente en las palmas de tus manos, en los labios, la cálida huella aún del abrazo en el que estábamos juntos.
Estamos al otro lado de los sueños que soñamos y tu silueta al desnudo me acompaña siempre.
Amo tu desnudez, porque desnudo me bebes con los poros, como hace el agua cuando entre sus paredes me sumerjo.
Tu desnudez derriba con su calor los límites, me abre todas las puertas que te adivine, me toma de la mano como a una niña perdida que en ti dejara quieta su edad y sus preguntas.
Tu silueta desnuda se refleja en las sombras, en los espejos irisados de luces, azogados por el tiempo y como aromática lámpara me elevas a lo alto hasta las nubes desdibujadas del cielo.
No quiero que te vayas porque habrá humedad y frío hasta en la música, sólo quiero tu júbilo matutino y palpable, la concreta verdad que repartimos desde el fuego con el clamor de piedra que exigió la esperanza.
Tu silueta desnuda me lleva al susurro del bosque y me hace distinguir su lenguaje que no se lo que tiene que al oírlo sin límites, sus goces aumenta.
Tu amante voz, divinamente extraña, habla a mi corazón en los rumores de la tierra gentil de mis amores.
Tu silueta desnuda hasta hace que la flor se lleve y eche perfume en ondas que se levantan mientras se mece el tremolar florido y donde los mirlos, los zorzales, los chingolos, sus ensueños cantan.
Yo como tú amo el amor, la vida, el dulce encanto de las cosas, el paisaje celeste de los días de estío.
También mi sangre bulle y río por los ojos que han conocido el brote de las lágrimas.
Creo en el mundo del amor y que la poesía como puente, es de todos.
Tu silueta al desnudo hace que mis venas no terminen en mí, si no en la sangre unánime de los que luchan por la vida. el amor, el paisaje, la poesía.
Reboza, rebózate, de amar y de ser amado.
Tu silueta al desnudo a mi lado, ¿no sientes el tremolar del viento, bandadas de aves al vuelo, de caricias tenues y suaves como campo de margaritas rojas y blancas de perfumado chal?
Nuestras manos palpan, acarician, aman y guardadas quedan en el fondo de nuestras almas lo que tocan los ojos y palpitan las manos.
Tu silueta al desnudo, cerca, muy cerca, inmóvil, marmórea, clara, secreto fruto celeste suspendida en nuestro nido, en aquella rama alta.

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