Besos sin ruido,
leves, suaves, dulces, se deslizan desde el polvo de estrellas hacia ti mi
amado, no se sienten llegar pero cuando lo hacen dejan en tus manos, en tus
brazos, en tu boca, un destello de amor puro, pleno de deleite amoroso.
Besos sin ruido,
dan frescura y calma al alma, recorro tu piel en brevísimos segundos de intensa
felicidad y tú te sientes mimoseado y amado.
Besos sin ruido,
en las noches obscuras con la luz de la luna sobre nosotros invaden nuestra
intimidad colmándonos de concéntricos gozos en horas limpias, cielo puro,
bosquejando por el aire lo que empezaría a escribir para ti y en el papel
amanece una palabra.
Besos sin ruido,
cosquillosos, anhelantes, que dulcemente inundan en mares de espuma el corazón
gozoso de nuestro amor.
Destino nuestro
dichoso entre besos sin ruido y sin alharacas, aquí en nuestro silencioso latir
de dos almas juntas, está latiendo el ansia de soñar que no nos afanamos en
tardarnos en vivir.
Besos sin ruido,
son de noche aún más prolongadas y ávidos y nuestros labios cavan en la aurora
un espacio del gran besar nocturno.
Besos sin ruido,
sobre tu rostro feliz y tu frente serena como un río que nunca acaba de pasar,
como un claro espejo donde se reflejan tus ojos y los míos, es como un amor que
escapa y vuelve.
Besos sin ruido,
lo que nos queda palpita en lo mismo que nos damos, allí detrás de los besos,
de las miradas, del gozo, sin forma están y seguros gozos, besos y miradas.
El beso que se
termina otro se pide a sí mismo.
La vida nos la ganaremos
siempre entregándome, entregándose.
La creación
riela. La dicha sosegada transcurre como un placer que nunca llega al colmo,
como esa rápida ascensión del amor donde el viento eleva hacia las nubes desde
nuestros besos sin ruido de nuestros labios.
Besos sin ruido
que anuncian un te quiero, no es porque te lo digo, ¡qué poco importa a esa
pura verdad que es en su fondo quererte!, me lo digo como un nacer desnudo, el
decirlo yo sola, sin designio de que lo sepa nadie, tú siquiera me lo dicen el
cielo y los papeles ya no en blancos bordados de poemas, en músicas casuales,
entre besos sin ruido.
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