Lentamente, muy lentamente,
nos despertamos a la vida en el hoy
y nos deslizamos muy suavemente
por el sendero del amor.
Por momentos entramos por paraísos soñados
que colman los sentidos
con esperanza y luz.
Son sueños vagabundos
que llevan al corazón esperanzado
frescura y música de sones.
Los despertares de vida vienen de lejos,
misteriosos,
su vuelo arranca nortes y sures y orientes
luces romanas
misteriosas selvas góticas.
Las imágenes que nos muestran
inclinan su hermosura serenamente
sobre espejos que nunca las reflejan.
¡Despertares! nos traen de un dulce silencio
a un mundo incierto
de sensaciones dulces
de sentimientos de añoranza.
¡No más tristezas!
¡Sí vivir y soñar!.
Despertar con el nuevo amor
sin miedo ni temor a la ilusión.
Tras el vivir y el soñar está lo que más importa:
el despertar.
Ir hacia la vida ¡con fuerza! ¡con vigor! ¡con decisión!,
sin desperdiciar los instantes.
Todo lo que se recupera al despertar
se hace futuro
y la gran virtud de plantear lo positivo
es procurar lograr
todo lo que queremos
y sentimos ser…
con alegría y entrega total.
¡Despertares al Amor, que nos lleva a lo Inmenso,
viviendo a pleno la vida!
Necesito despertares de amores nuevos,
abrazos deseados, besos buscados,
pasiones despertadas, caricias palpitantes.
¡Despertares! tras de tanto buscarlos y anhelarlos
en lo profundo, me los encontré
en el centro de mi corazón,
que como dos lágrimas invertidas
esperaban la llegada de la luz
para el más nocturno beso
hasta al cenital esplendor.
¡Qué naturales parecen ser los despertares!
¡Qué sencillo el gran milagro!
Es tan solo dejar pasar la luz del amor
con más transparencia esplendorosa
con total entrega.
¿Totalidad? Igual al gran amor que colma
buscando claridad a través del misterio,
la desnudez de la carne mortal
con ternura profunda
y mimos sin par…
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