Escuchemos
juntos una dulce melodía, armoniosa que nos permita danzar juntos con ansias de
seguir viviendo el hoy hacia un futuro pleno de promesas.
Escuchemos
juntos la lluvia golpear en los cristales, el viento apenas puede llevar la mar
las nubes con su carga.
Escuchemos
juntos el silencio, nada responde y todo mi ayer se junta en un instante, me
pregunto, ¿para qué? si son recuerdos como una brasa ardiente en mis entrañas,
es lo mismo que lleguen o partan como relámpagos que estallan en la sombra,
vienen y van, ¿para qué?... si con morir ya alcanza.
Escuchemos
juntos las gotas de agua caer en nuestro cuenco de amor cuando llueve en la
calma de la tarde, te siento conmigo, te siento en mi sangre, cuando llueve, te
tengo, nada puede sacarte de mi lado y
me duele…
Mis pasos
te seguirán buscando como visiones de sones acompasados y corro a regiones
ignotas en un pentagrama vacío que busca y no encuentra sus notas que en
lejanías se esconden y se guarecen en frondas de tupidos follajes.
No lo
entiendo, no logro entender como se puede herir de esta manera, ¿por qué
después del sol radiante, la fría noche se hizo eterna? y él, en quien creí,
estalló como una copa de fino cristal en mil pedazos que impregnaron el aire en
un vacío irrecuperable.
Como duele
la quimera del tiempo, escucho el eco del olvido mientras nada hay que no te
recuerde, mientras en la tarde, llueve.
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