Laberinto de
seducción, escondite secreto, puertas levadizas, trancas con cerrojo, que no
conducen a ninguna parte.
¿Es que acaso no
existe el sendero que me libere de este juego de seducción que me conduce tan
sólo a envolverme en un manto de lágrimas?
Delicadas,
ardientes, nuestras almas se buscan por un laberinto de soledad, en una melodía
que acaricia los sentidos, instintos que convocan arrebatos de pasión.
Laberinto de
seducción, mi camino fue hacia tu plan que me condujo en un extraviado
concierto a que mi alma se rindiera y la copa de mi sentimiento se volcó
íntegramente hacia ti.
En este paraíso
de los tiempos del alma, voy intentando alejarme, recorro senderos, tupidos
follajes, sendas inconclusas y no encuentro la forma de alejarme de ti, tú, el
que traes a mi mundo tus misteriosos artilugios para enredarme en hilos de
tristeza y sed de sollozos.
Negarme a vivir
quisiera en las sombras del olvido pero la vida me declara todo tu amor vivido.
Laberinto de
seducción, donde tu sombra vive de eternidad… Enciendo velas para encontrar el
lugar donde el viento sacude su negra soledad.
Ayer acaricié el
pétalo de tu sombra ¡Qué extraño fue!
Tú, el que me
llevó a caminos demolidos, quitando los pasadizos del incierto vespertino pero
no puedo apartarme de ti, la música de tu voz me lleva a un júbilo nuevo, pleno
de placeres y gozos inesperados,
Perdidos entre los
recodos del laberinto nos buscamos a tientas, seducidos por nuestra pasión. Nos
abrazamos en el aire del mundo y nos volvemos a alejar.
Laberinto de
seducción, en ellos se estrenan los gozos primeros, los sones del amor nuevo,
las huellas de un vivir transido de un querer.
Déjenme salir,
procelosa y airada, sin destellos de penas ni de dolores, desaparecer en la quietud
de la noche para ser tan solo un recuerdo en el tiempo vivido, en el ayer, sin
esperar un retorno al laberinto pasional que nos imprimió marcas sobre nuestro
anhelado futuro.
Laberinto de
seducción, en el que las presencias de siempre, no bastaban y no nos hallamos
con las manos, con los gritos clamando, con las bocas sin besos, ¡ya no más,
sólo nos quedan cicatrices dentro del alma por toda la eternidad!
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