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domingo, 10 de junio de 2012

Acertijos



Acertijos, enigmas del amor, secretos misteriosos, impredecibles, ¿por qué el amor puede ser una interrogante?
Porque todo se confunde en un enigma de sentimientos.
Felicidad, alma sin cuerpo, ¿dónde estás?, se detiene el tiempo en medio instante y tu presencia es ausencia.
Acertijos, incógnitas donde el amor emerge en una lujuria de pasiones y un frenesí de besos.
Charadas que como jeroglíficos se encaminan a rumbos dulces que nos llevan a un puerto desconocido y lejano.
En mis sueños, estamos juntos pero con olas, brisas y soles, te fuiste y me quedé sin tu amor.
¿Por qué no estamos juntos, si nuestro destino es estar unidos, sin arcanos lugares que nos separan?
Quiero que con tus caricias mis ríos de pena y tristeza vuelvan a su armonioso cauce, pleno de amor, en un paisaje dulce y vocablos desconocidos que se vuelcan en nuevos versos para ti.
Acertijos, ¿adónde ir? No a lugares recónditos ni herméticos, sí a cielos azules y blancas arenas donde nuestras huellas como llamas de fuego aviven nuestro regocijo y entrega total.
Éste amor es el dueño del tiempo, de nuestro tiempo, que hace eterno el silencio para estar los dos frente a frente, para ser uno solo entre dos.
Acertijos, no  más enigmas ni oscuros pensamientos, sí la luz brillante en nuestros encuentros que nunca se terminarán.
Del horizonte suben ondas de resplandores, nuestras almas se refrescan con brisas de ventura, no más dolores ni gemidos.
Hagamos con nuestra sangre millones de rubíes de luces temblorosas para después volcarlos en lluvias milagrosas sobre el nativo suelo que nos acoge con loca profusión.
Templemos el diapasón de la tormenta que ruge o de la brisa que suspira.
Deseos que se alzan en casta espuma llevando la rima y las estrofas de amor en policorde ajuste con la naturaleza prodigiosa.
Acertijos, enigmas sin palabras, glorias que nos llevan a nuestro mundo mágico, entre cánticos y arrullos.
Ojos que se miran, juegos de raudo amor en el aire como llama azul que se colman de asombro.
Notas aterciopeladas nos inundan de música de alas y una agitación creciente como un festivo clamoreo nos lleva a nuevas pasiones. 

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