Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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sábado, 21 de julio de 2012
Caricias etéreas
Caricias etéreas, suaves, tiernas, que llegan hasta lo hondo, mueven el alma con cadencias lentas y ritmos acordes.
Silencio, ha sido tu primer manera de entrar a mí, tu entrada por mi alma fue como callada brisa todopoderosa.
Mimos tiernos y reales, plenos de excelsitud de amar, caricias volátiles que llegan desde lejos, despacio, que se notan apenas por tiernas diferencias con la nada.
Caricias etéreas que a través de unos labios que se abren suavemente dejan la huella en teclados donde tocas tu eterna melodía.
Caricias etéreas, sublimes y gráciles me las haces llegar con ternura infinita, tiempo de letras, versos, palabras inconclusas que me llegan como un cántico vaporoso, irreal, incorpóreo.
Vives dentro de mí, alma arriba, alma abajo, vas y vienes con caricias sutiles como velos transparentes llenando de gozos mi alma sola.
Por gracia tuya yo ya no soy silencio y aún a pesar de sentirte distante, vibro y amo al sonido leve de tu presencia.
Caricias etéreas que al sentirlas navegan en mi pensamiento, deslizándose en mis sueños, como misteriosa luz de mis suspiros.
Desde tu lejano lugar, distante, apartado, la fascinación de tus caricias me atrapa al instante traspasando juntos la realidad, trascendiendo la fantasía, navegamos en la eternidad ya que tú emerges detrás del espacio sideral con tu ímpetu y plenitud.
Con tus caricias etéreas no hay soledad que oprima mi pecho ni una lágrima que gire de dolor.
Tus palabras resplandecen en fulgores de estelas resplandeciendo en el azul firmamento dando calma a la tempestad de mis afectos.
Caricias etéreas, sublimes, irreales, llegas por serpenteantes caminos para seducir en pleno vuelo mis ansias de ser amada.
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