Manos que
se nos acercan, nos llegan a
transmitir su caricia, su consuelo, su
dar sin esperar nada. Manos que van y vienen,
que nos llevan sinuosos hacia la
plenitud que nos rodea.
¡Ay! Manos sensibles que impresionan por sus
testimonios de bondad. Nunca una mano es igual a otra, clarean su amor inquieto, revolotean y juegan. Se mueven, danzan,
dejando por doquier su magia inocente y
pura.
¡Manos
mágicas! Viven amando como ama cada gota de lluvia, en la tierra seca que
aguarda el suspiro…Manos como nubes blancas,
hablan del viento y de la lluvia.
Acarician
con su ternura, rompen los enojos,
vuelan en el aire para contarnos
de lugares remotos y distantes.
Manos que
dan amor, que descuidadamente te aprisionan,
transmitiéndote calidez con suavidad en el espacio.
Manos
mágicas que dan calmas, como alma que quiere resplandecer, ¡dan luz! Manos
dispuestas, interesadas, que te conducen al sitio de paz en el “saber estar”.
Manos
mágicas que hacen de la nostalgia un recurso… de gozoso futuro, entretejiendo con redes ocultas en sueños
despiertos que hacen de la vigilia la
vida gozosa para todos.
Manos que
entregan el compartir, lo solidario, lo cooperante haciendo que el gran fluido
revitalizador, se conecte con cualquier
opción haciendo que el verso esté entre
todos los motivos de vida.
¡Manos
mágicas! Que nos hacen escuchar la
melodía que nos rodea con su ritmo y su
compás para que estemos entonados, en
sintonía y afinados.
Manos
nobles, no me abandonen, denme conocimiento y valor para expresar todo
lo verdadero que está en mí.
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