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lunes, 10 de septiembre de 2012

El tercer beso

                  
El tercer beso, el que se desliza sin saber a dónde, suavemente, como una leve caricia tibia y cálida, lleva entre sus labios el mensaje secreto, único, de tu amor por mí.
Entre tu verdad más honda y yo, me entregas siempre tus besos.
La presiento cerca, ya, la deseo, no la alcanzo, cuando estoy más cerca de ella, me cierras el paso, tú, te me ofreces en los labios y ya no voy más allá.
Tú triunfas, olvidas, besando tu secreto encastillado.
Y me truecas el afán de seguir más hacia ti, en deseo de que no me dejes ir y me besas.
El tercer beso en la frente, es más seguro, los labios ceden, rinden en forma al otro labio que lo viene a besar.
Mientras me mirabas y yo te miraba, se detuvo el tiempo en medio instante, el amor me llamaba y yo le obedecía.
Mientras me susurrabas y yo te amaba se alzaron los sentimientos, mandó tu voz, el cielo se hizo visible en tus ojos y yo renuncié el querer en tus labios.
El tercer beso, preámbulo de una mirada, para llegar como lluvia a un frenesí de besos, una lujuria de sentimientos.
Fue un instante sin fin, sin tiempo para soñar.
El tercer beso, es el que trémulo y ansioso, vacilante es el que quiere besarme en tu ausencia sin labios.
Besos me entregas, sin ruido, esquivos a veces, dulces otras, como un gran fruto redondo aquí en mis labios.
En el paraíso de tus ojos me pierdo porque estoy perdida, en la paz de tus labios, me encuentro porque estoy contigo, en el universo de tu alma vivo con mil sentidos, en ti, vivo, amándote.
El tercer beso, el que sabe a silencio y a sueños, con melodías de ternuras y tacto de deseo, sabes a mi mundo, a todo lo que anhelo, sabes a amor, a mi amor.
Ten presente que un día el beso tuyo de tan lejos, de tan hondo, te va a nacer de lo que estás escondiendo detrás de él y te salte todo a los labios.
Y lo que tú me negabas, me lo entregas, me lo das sin querer, donde querías negármelo.
El tercer beso, despacito, sonrosa la piel, disfraza levemente la defensa absoluta del ser último.
Besas mi rostro, mi frente y me siento la más amada, la más distante, la más última, ésa que ha de durar, secreta, cuando pasen mis labios, tus besos.
Quiero el amor, libre, suelto, sin sombras, sin puertas con trabas ni cerrojos para vivir en ti sin temor a lo que yo más deseo, a tu beso, a tus abrazos, a tu solo cuerpo posible, a tu dulce cuerpo pensado.
Dime, ¿por qué tarda tanto en llegar ese tercer beso, el anhelado, el sólo mío, el que mi corazón espera porque sabe que hay algo en él que es saber que tú quieres dármelo?

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