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miércoles, 26 de septiembre de 2012

SOÑAR Y RECORDAR



Recuérdame siempre
(Entre las alegrías y las tristezas, mi alma te busca y te encierra como el vuelo del ave encierra el suyo preferido en una red de ansiosas idas y venidas en su entorno)

Sueña conmigo
Recuérdame siempre
(No puedo olvidarte, fluyes dentro de mí, vas por mi ser entero, por mis venas hasta mi corazón, aún hoy en la fervorosa negación de tu ausencia)

Sueña conmigo
Recuérdame siempre
(Quiero estar junto a ti, acunarme en el cansancio y en él, tenerte entre mis brazos aunque no nos toquemos, sólo con nuestras miradas)

Sueña conmigo
Recuérdame siempre
(Mi amor inmóvil, flor sin otoño, está siempre presente en un frenesí de quererte, seguro de no acabar cuando terminen los besos, las miradas, las señales)

Sueña conmigo
Recuérdame siempre
(Mis palabras te llegan en un eco, buscando tu ser y no te encuentran, retornan al silencio esperándote para cumplir el anhelo impaciente de esperar tus tibios besos)

Sueña conmigo
Recuérdame siempre
(Deseo que tu ausencia termine para tenerte a mi lado, muy junto a mí en nuestro mundo de lo prometido que enternece el alma donde oscilan los imposibles, tan trémulos como cañas en la orilla de los ríos)

Sueña conmigo
Recuérdame siempre
(Eres mi ser amado, necesito el ritmo de tu cuerpo cuando respiras cerca de mí, tendidos juntos en nuestra noche, alargando nuestras manos para sentirte a mi lado)

Sueña conmigo
Recuérdame siempre
(Vamos sin prisas a nuestro paraíso celestial, iluminado ya para que nuestro paso, al fin del día, gane la orilla oscura donde la felicidad nos inunda y nos colma con júbilos, con besos, con placeres infinitos)

Sueña conmigo
Recuérdame siempre
(Apenas te has marchado y yo ya te espero, anhelo todos tus movimientos, tus pasos, tus latidos, tus caricias, sé que volverás, que una nueva aurora brillará en mi existir sin vagas sombras ni infinitas distancias)

Sueña conmigo
Recuérdame siempre
Todo sonido en eco tuyo me lo convierte mi alma que te espera, sé que vienes hacia mí y tus pasos se sienten aún en ese largo rodeo que das para volver. ¡Qué dicha sin sonrojos la que corre por mis venas al sentirte llegar!

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