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miércoles, 24 de octubre de 2012

En las alas de tu cielo



En las alas de tu cielo, como una flor no lejos de la noche, mi cuerpo mudo se abre a la urgencia del rocío. Me has hecho volver a la memoria de mi cuerpo, a comprender lo que dice mi voz, a que flores amarillas constelen por doquier mi círculo de tierra azul y que el agua tiemble llena de enredaderas marchitas.
En las alas de tu cielo, vuelo hacia ti, buscándote y toda mi alma siente su curso como las estrellas que vivieron en valles floridos de la tierra y besaron tus labios amados.
En las alas de tu cielo, en la inmensidad, aún bajo la luna triste y taciturna, vago en pálida soledad como vagabunda del cielo y de la tierra, con la perenne inquietud de encontrarte y encerrarme en tus cálidos brazos.
En las alas de tu cielo, no me dejes en el profundo vacío donde languidece de sed el alma mía, esperando saciar mis ansias dormidas.
Ahora, sintiéndote mío, la noche se astilla de estrellas y mi alma se inunda de música celestial.
Eres el sustento de mis alas y yo para ti, las alas de tu vuelo, sé que sin ti, caería en un abismo hondo y sin retorno.
En las alas de tu cielo, la luz nos separa y alargando nuestras manos no se alcanza el cuerpo de la dicha, sólo se palpan soledades nuevas, ofertas de la luz.
Y la distancia en vuelo es distancia, son leguas, años, cielos, es la luz lejana.
Y vuelo hacia ti, pisando horas y horas para que nuestro encuentro gane al fin del día, la orilla oscura en que cesan las pruebas de estar sola.
En las alas de tu vuelo el querer se anida en la tiniebla y pienso que con decir un te quiero la felicidad contestaría con amor y luz en nuestras almas.
Tú eres las alas de mi fantasía, has retornado a tu cielo y apenas te has marchado, yo ya te espero.
Todos tus movimientos, pasos, latidos, ansias, quietud aunque arrastrar te quieran hacia una soledad celestial o terrestre, no te saben llevar de lo que estás queriendo, te vas pero en pleno vuelo te acercas, pronto, más tarde, luego.
Ahora tus alas te llevan a tu cielo pero tu corazón late en todas las vagas sombras, tenues que en la alta noche estrellan el azul del silencio, todas suenan a ecos.
Mi alma te espera, tú lo sabes y vienes solo hacia mí, en ese largo rodeo de vuelos que das para volver.

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