Inquietud porque el temor, la duda me acechan, de que mis
poemas de mi mundo mágico desaparezcan insólitamente sin saber por qué.
Ellos emergen en un momento perfecto como el principio de mi
vida, en tropeles avanzan, se entrecruzan, se deshilvanan, caen al vacío del
papel en blanco con su destino: que lleguen a tus manos.
Inquietud, mis lágrimas errantes entre mis versos peregrinos
que abren la puerta del amor entre la afanosa y perdurable angustia que como
ala es canción y me estremece el alma al temer ser herida y lastimada.
Inquietud, por tus desdenes, la guardo clavada en mi
espíritu como cruel espina perfumada, amante de la rosa.
La guardo cual amado tesoro, en mis desvelos cuando para mis
líricos consuelos irradian desde lejos mis versos, tu alborada para llenar de
palabras de amor, tu memoria.
Inquietud de amar que con versos y cantos será notoria por
hacerlas nosotros la sublimación de nuestros anhelos.
No importa que se alargue nuestra espera, sin prisas
viviremos en la gloria.
Inquietud fugaz y pasajera, quiero mirarte cara a cara,
viéndonos en lo que somos, brotando desde las dichas cumplidas ayer, la dicha
futura llamándonos y otra vez la vida se siente como un sueño trémulo entre
pimpollos florecidos de alelíes, campanillas azules, rosas, amapolas,
enredaderas de vida de un existir pleno.
Siente vibrar el amor dentro de mí, ¿Dónde se habrá guardado
la estrella mía, mi cristal ambarino de centelleante color?
Inquietud de que tú, amor, no existas en mi vida y esta
ternura que ciñe mis hombros, que entolda el oro de mi corazón me colme de
pena.
¿Adónde buscaré el agua si sólo conozco el eco de la fuente?
La noche me niega su torso de aurora y voy extrañada,
perdida, anonadada al mundo en que tú estás trocando el aire azul en búsqueda por
el cielo donde estás tú, mi amado.
No queda mucho tiempo, todo cambia.
¿No sientes inmensas huestes de besos, de resistencias, de
porvenir en las manos, de arrebatos y de calmas?
Inquietud de que perdamos el segundo fugaz de encontrarnos,
porque allí, detrás de los besos, de las miradas, del gozo sin forma, están y
seguros, nuestros mutuos sentimientos esperados, esperando, defendiendo en
penumbra lo felizmente encontrado.
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