Vuelo del alma,
frágil y etérea que se eleva vagando inmersa y callada en el suave viento
dejando que vuele sin contar las horas.
Cómo céfiro suave duerme mi aura nívea y en la luz del primer día
tanto tiempo esperado y tanto tiempo olvidado mi alma voló como hálito fresco
entre sueños y risas, danzando sorprendidas, trenzando pasos leves.
Vuelo del alma, en busca de la esperanza, entre ardores de pasión
y abrazos de amor.
La buscan los sauces temblorosos llorando contra mi piel y los
rizados nenúfares suspiran a mi lado.
Vuelo del alma, libre y solitaria, que se va lejos, muy lejos, a
los confines del mundo buscando trasmutar la tristeza en felicidad y encontrar
los júbilos del mañana.
Y llegó de pronto entre su vuelo raudo, un rayo con luz de fronda
que revoloteaba con su alegría.
Mi alma toda estalló en risas, tan suaves, risas tan hermosas de
cristales desgranados que en claros trinos, trémulos mis besos volando fueron
en la búsqueda del amor sin límites.
Vuelo del alma, vuela alto, muy alto, no te quedes en el medio del
camino, porque allá, adelante… ¡algo te espera!.
Vuelo del alma, que me lleva entre fragancias místicas de sueños a
crear versos que nacen de mis manos en noches donde dibujaba en el cielo mis
alondras con alas y juegos, mis ríos con sabor a secretos.
Vuelo del alma, buscando en calma la luz de tu mirada, enrejadas
sombras en mis noches, durmiéndose la luna en el silencio del firmamento azul
del recuerdo.
Vuelo del alma que se esconde en el infinito, se alarga como el
mar cuando se esconde, sin barcas ancladas en ningún puerto y sin poemas
guardados con desvelos ni extraviados entre letras.
Esas donde encontré por vez primera nitidez de las auroras,
extasiando la ausencia para que el olvido no duela.
Vuelo del alma, ve y busca el libro de añoranzas y en odas de
almanaques despiertos guarda en el santuario los versos olvidados.
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