Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
Páginas
▼
sábado, 22 de septiembre de 2012
Desilusión desgarradora
Desilusión desgarradora, mi corazón sangra en una corriente continua de dolor y pena. He sido lastimada, herida sin culpas ni reclamos, sólo por el hecho de encarar la verdad frente a frente.
Desilusión desgarradora, los sentimientos se enredan, se mezclan en un torbellino de dudas y temores.
La vida nos depara, sin darnos cuenta, pisando a hurtadillas con situaciones penosas y adoloridas.
¿Cuál es la razón de esta maraña de iras ajenas en las que estoy sumergida?
Es un ahogo en el alma, la maldad, la mezquindad, buscan la inocencia, la credulidad, la ingenuidad, para anidarse energías puras y positivas y así se sostienen en soledades interminables de las oscuras noches.
Desilusión desgarradora, ¡qué de pesos inmensos, orbitales, celestiales se apoyan en la nada de hondos abismos, buscando por doquier la luz que los ilumine y les de fuerzas para continuar su labor de socavar el bien y el amor.
Me engañan con ficciones, falsos paraísos flotantes sobre el agua que me ahogan de pesares infinitos.
Busco lo verdadero, el amor único y total y no lo puedo hallar, sólo encuentro signos y simulacros trazados en papeles blancos, verdes, azules que vuelan con el viento lejos de mí.
Desilusión desgarradora, me persiguen esas almas atormentadas que vuelven del osario inmenso de los que no se han muerto porque ya no tienen nada que morirse en la vida.
El dolor me acompaña como símbolo irrefutable de que existías tú en ese lapso de instantes de creíble amor pero mientras yo te sienta, tú eras la prueba de dolor de otros momentos en que no me dolías.
Desilusión desgarradora, has dejado tan sólo polvo, vagos rastros fugaces, recuerdos ínfimos en mi alma, rasgada por hendiduras sin sostenes algunos.
Mi alma, como alas, sosteniéndose sola a fuerza de aleteos desesperados, pesarosos, a fuerza de no posarse nunca, de tratar de volar llevando por doquier la esperanza de que existe el amor, ése, el verdadero, el creíble, no en leves mundos frágiles, sí en únicos y donde se albergan las verdades más profundas.
Desilusión desgarradora, no quiero pedir apoyo para superarla, ni a los barcos ni al tiempo.
Quiero internarme sola en galerías enormes, abriendo en los granos de arena las minas de llamas o azahares, para hilvanar entretejiendo ese amor dulce que no desgarra ni hiere.
Y en ese desliz, en estelas, pisando nubes sin huellas, no mirar más el recuerdo de esas sombras mezquinas y oscuras que ya no existen más. Mis manos están vacías de ellas igual que mi corazón y mi alma.
El camino del silencio
El
camino del silencio, nos llega hasta el alma, sin saber de qué ausencias de
ruidos está hecho.
¿Son
letras, son sonidos?
Es
la lengua antigua del paraíso, sones primeros, vírgenes, tanteos de los labios
cuando en el aire del mundo se estrenaban los nombres de los gozos primeros.
El
camino del silencio, que los dos unidas nuestras almas recorremos íntimamente
en una realidad que no deja huella, en memoria ni en signo en la paz de
intactos cristales que nos libera del ruido, de la sombra.
El
camino del silencio, nos remonta juntos, muy juntos a las nubes altas como
manantial de dicha que suave emana entre libros, flores, pájaros y sueños.
Nuestros
pasos ni resuenan en la acera solitaria y se pierden en la cinta del eco
enredada en la cabellera de los árboles.
El
silencio nos rodea entre luces y sombras uniéndonos en la salud luminosa de las
sonrisas.
Nuestras
manos se tenderán para recibir las rosas de las caricias.
El
camino del silencio, nos lleva a senderos entre montañas y estrellas
rutilantes.
Nuestro
amor, silencioso y profundo es como un árbol florecido, río de música, llovizna
de jazmines que nos abraza con total intensidad.
El
camino del silencio, nos conduce a lo hondo de nuestra alma, nos ampara, nos
salva, con su flor de cielo envolviéndonos con guirnaldas y collares sin
sonidos ni sones.
Iremos
juntos como tordos de niebla, recorriendo el verde campo de amapolas
florecidas.
El
camino del silencio, iluminado por los rayos áureos de la luna nos une cada
instante más, no son necesarias las palabras, el amor nos rodea y en un abrazo
profundo bajo el sauce lánguido de la noche nos envuelve.
Sólo
el silencio nos rodea y nuestras manos estremecidas se unen en el mar de mi
regazo tras los sueños liberadores del tedio.
A
través de nuestro silencio compartido llegaremos a las islas que jamás cruzan
las crueles aves del tiempo y vamos tras la azucena jubilosa del amor límpido y
puro.
Vamos
juntos abriendo el tupido follaje de misteriosas selvas tras las calandrias y
las rosas de primaveras lejanas.
El
camino del silencio, con una inmensidad amorosa convertido en puente al
infinito nos conduce, castos, transparentes, serenos.
Sólo tú
Sólo
tú, mi amor ausente, me instas a que mi cuerpo y mi alma se abran como un gran
abanico de sentimientos, risas, deseos, gozos, alegrías sin fin.
Quiero
estar contigo donde estuve. Contigo, volver ¡Qué novedad tan inmensa ésa,
volver otra vez y repetir lo nunca igual de aquel asombro infinito!
Sólo
tú, en cualquier instante, segundos, años, puedes golpear mi corazón porque sé
que donde estuve sólo se va contigo, por ti.
Tus
besos los beso yo por ti, saben, tienen sabor a los zumos del mundo.
¡Qué
gusto negro y denso a tierra, a sol, a mar!
Se
quedan un momento en mis labios, indecisos, imprevistos y sin percatarme no se
si son para mi, por ser algo irreal y mágico, ¡Son estelas, son signos, son
condenas o auroras!
Sólo
tú, creas en mi rostro un velo de lágrimas. Si tú supieras que ese gran sollozo
que estrechas en tus brazos, que esas lágrimas que tú secas besándolas, vienen
de ti, son tú dolor hecho lágrimas más sollozos míos.
Sólo
tú, el único, traído por el viento crepuscular y el silencio boreal, hizo latir
aprisa, acompasado mi corazón enamorado.
Dime
el porqué de nuestro encuentro en la
sintonía del existir en este Universo que nos rodea y nos envuelve en redes
invisibles, diáfanas, entrelazadas con hilos de mil hojas verdes y capullos sin
abrir de flores multicolores.
Sólo
tú, es al que espero, a nadie más esperaré nunca, como Penélope tejiendo mil
telares frente al mar mirando casi sin ver el horizonte fruncido por la pena de
la distancia.
Cuando
tú me elegiste, el amor eligió, salí del gran anónimo de todos, de la nada y mi
tristeza se trocó en alegría más alta que las estrellas o nubes, me elevaste.
Y
mi gozo se echó a rodar, prendido a tu ser, en tu pulso. Posesión tú me dabas
de mí, al dárteme tú.
Viví,
vivo, ¿hasta cuando? Sé que volverás atrás, cuando te vayas retornaré a ese
sordo mundo sin diferencias de la gota en el agua, del gramo en el peso. Una
más seré yo al tenerte de menos y perderé hasta mi nombre.