Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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lunes, 5 de noviembre de 2012
Regálame tus secretos
Regálame tus secretos, los que tienes escondidos allá,
detrás de la esperanza.
Enséñame los que tienes ocultos en la sombra de tu corazón,
y yo te regalaré mi alma.
Concédeme la luna, envuelta en tu sonrisa y los mimos tibios
que florezcan de tus fuertes manos despierten la esencia íntima de mi ser.
Regálame tus secretos, los más íntimos, que como en un
ritual te envuelves en ellos, compartámoslo juntos aunque nos entretejan,
consumiéndonos en temblores, en una desgarradora verdad que nos ahoga.
Te amo, perfil solo, nube gris, nimbo de olvido.
En el misterio de tus miradas, bajo la tormenta oscura de
palabras, en la tristeza o puñal de cada beso hasta la ira o la melancolía, te
sigo amando.
Regálame tus secretos aunque no más el pequeño y yo te
enviaré los míos, los que en el recóndito de mi alma, te pertenecen y te los
haré llegar como un relámpago entre sueños de amaneceres, atravesando la aurora
para que tú, los descifres en el sueño del horizonte donde todo se olvida.
Y si tú los quieres, irán hacia ti como un alarido gimiente
y doloroso que llega de tan hondo que han deshecho su quemante raudal,
desfallecido antes que tu alma lo sienta.
Regálame tus secretos, así estarán unidos a los míos en
nuestros corazones de agua y miel, prisioneros de cascadas de sonrisas como
cadenas de flores suspendidas en nuestros suspiros, en nuestro tiempo
imaginario donde rumorea una bandera de rosas.
Regálame tus secretos, los guardaré en mi cofre de tesoros
ocultos con siete candados y llaves que nadie encontrará, estarán conmigo
comulgando en silencio el amor sin límites que siento por ti.
Y entre goces, placeres, caricias que desgarran, besos que
dibujan nuestros rostros temblorosos, nuestro amor nace, renace, en cada
instante de nuestro amanecer.
Regálame tus secretos, los que no huyen a su guarida oscura,
que trepan, sí, por las paredes húmedas para llenar mi alma como en un juego de
risas y tristezas compartidas como canta el río, mojando las veredas y empedrados en la sed del silencio y el anhelo.
Mis palabras de amor, más que mías son tuyas y para que tú
las oigas son como cascabeles de cristales para tus manos suaves como la seda,
van trepando despacio, sin prisas en mi viejo dolor como las yedras de no
tenerte.
Ahora, conmigo, tú y tus susurros que van tiñendo con tu
amor mis prosas porque todo mi mundo interior lo ocupas tú, todo lo ocupas,
fundiéndome en tu regazo con tus secretos en mis labios.
Encuentro inesperado
Encuentro inesperado, fortuito, sin esperanzas de que el
amor único fuera el que se acercaba, acechaba, con ímpetus de pasión y deseo.
Mi alma se sintió acongojada, mi mente colmada de
pensamientos incoherentes y confusos.
¿Qué sucedió en mi vida que el amor, el sentido, se fue y
aparece otro, no deseado, no esperado?
¿Por qué amor no esperado, llegas sin avisar, sin decir
nada, como ladrón por la noche, con tan sólo ansias desesperadas de estar junto
a mí con promesas de hacer feliz a quien no puede impedir que entres?
Encuentro inesperado, llegas arrasando con todos los
sentimientos que están a tu lado para después irte y dejar vacío mi corazón,
tristeza en mi vida, gris y sin ilusiones.
No quiero más que llegues a tocar ni un dedo de mi cuerpo,
ni a respirar a mi lado, ni a sentir el palpitar de mi sangre corriendo por mi
cuerpo.
Tú no eres ni serás la luz de mi oscuridad, a pesar de tu
tenacidad y paciencia por serlo.
Encuentro inesperado, no deseado, te quiero lejos de mí, muy
lejos, que las distancias se muevan como alas batientes, por detrás de mí,
llevándote al horizonte de tu vida, sin mí.
Vete moviéndote con el viento en su susurrar, sosegado, a
montes que su verdor, sangra en el río.
Encuentro inesperado, con el hombre que alguna vez formó
parte de mi vida pero que un día cualquiera, como todos los amantes abandonaron
el sentimiento, se dijeron adiós.
Él encontró su camino, yo encontré un nuevo sentido a mi
manera de construir mi sendero.
No hubo propuesta ni un acuerdo, todo se entregó a la nada,
a lo inconcluso, sin palabras, uno marcó una ruta, yo hablé con un suspiro.
¿Por qué regresaste a mi vida?
No quiero que ni roces mi cuerpo, ni me mires a los ojos, mi
amor por ti se acabó, sólo dejaste un zumbido en mi alma, palabras sin
prefijos, vocablos inentendibles, una dicción no percibida.
No regreses más, vete más allá de la lejanía, sin distancia,
que desaparezca mi nombre recogido de tu boca que antes era el color en la
música del viento.
Encuentro inesperado, con sabor insípido y roces furtivos
como dagas en mi pecho.
Necesito salir corriendo, agitada, sudada en frío, huyendo
de ti, el que me hizo sufrir, desgarrando mi corazón.
Voy hacia el camino a una libertad madura, con sabor a un
amor de mariposas frescas, hacia la luz, a saborear la paz en espera del
verdadero amor.
Mi verso es un gemido
Mi verso de amor es un gemido, callado, que jamás se queja y
en las madrugadas, entre tinieblas y fríos llegan hasta el papel donde se
vierte la ilusión de una estrofa perfumada.
Es para ti, mi númen, mi amado por siempre, te escribo con
todo el amor de mi alma taciturna que como música olvidada tiene azul
resignación y lo da todo sin pedir nada.
Mi verso es un gemido, dulce, umbrío, levanta mis
quebrantos, sin arrebatos y sin ruidos que espera que tu duermas para decírtelo
con ternura al son de mis suspiros cadenciosos.
Es el verso que se agita y rápido se despierta como eco de
un estampido de una flecha musical que arrebolada se estrella en tu corazón
amado.
Mi verso es un gemido, moja sus alas en la transparente
esfera de la gota de rocío en la que, absorto, contempla la imagen del cielo
unida a la forma de la Tierra.
Cada estrofa gime y canta y suelta su perfume como la flor
recién nacida en los atardeceres bajo el canto de tus besos y en la danza de
tus brazos.
Mi verso es un gemido, blanco y puro que alimenta mi
espíritu y mi sed se nutre de tu
presencia aún a pesar de la distancia que a veces nos aleja.
Mis áureas palabras, mis letras impredecibles, mis estrofas
que nacen de mi alma van hacia las nubes para flotar en ellas, iluminadas por
luces de estrellas.
¡Versos! ¡Prosas! Con ímpetu alado al ideal ascended y en
las estrofas verted todo el amor escondido en mi espíritu, mente y cuerpo, por
ti, amado.
Yo mantendré con aguas descendidas por las fieles veredas de
mi pecho el medido esplendor de tu alabastro y una hiedra de amor caerá sobre
mi pecho.
Mi verso es un gemido, un no tocar el río, apenas aire, el
blando discurrir de tu mirada.
¡Qué dicha sin sonrojo la que corre por mis venas, entre las
lágrimas que buscan mi pecho!
Amor callado, en un silencio silente escribo para ti, con un
clamor de queja y lamento por no tenerte a mi lado.
Mi verso es un gemido, escribo y sollozo a solas, entre
suspiros y plañideras clamo ¡Ven a mí! ¡Te espero!
Quiero versos sin lamentos, todos para ti, para entrar más
adentro en la espesura, desgarrando mis naves de amor sobre la playa y así, te
dí el sellado de mi gracia y tú la cifra de tu nombre.
Mi verso es un gemido, ahora más calmo, sosegado, no hay más
tristezas en nuestro aire que nos sigue y canto y mi mano fuerza el hombro de
la noche porque vuelvan tus labios a los míos.