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jueves, 31 de enero de 2013

El ermitaño


El ermitaño, escondido en su cueva en soledad y tristeza, en un entorno oscuro y tedioso, no deseas ir hacia la luz.
Tus pasos resuenan en la acera solitaria y se pierden en el sendero entre persianas cerradas y balcones vacíos.
No se oye ni un crujido, tu cuerpo esbelto y moreno no revela ni un ruido en las calles de gris monotonía.
Te entregas de noche a las sombras dormitando de a poco, siempre alerta ante el menor resquicio de un caminante sin rumbo.
Sé que he de encontrar la ventana entreabierta tu sombra desdibujada a la puerta sin herrajes por donde te podré hallar como una ninfa de los cielos buscando la raíz de los quebrantos.
El ermitaño, ser extraño al que necesito a mi lado para darle toda mi sed de vida y como buzo me hundiré en el mar de su regazo, liberándolo del tedio y de la monotonía.
A través de sus ondas zigzagueantes llegaré a él para cruzar las crueles aves del tiempo.
Iré por sendas atravesando audazmente con mi risa fácil y mi aire de pájaro y con la luminosidad de mis palabras le regalaré el amor a la tierra y a la vida.
Vivirá ya no más solo y recibirá las rosas de la caricia, clarines, trigo y la flor del canto.
¡Qué se liberen sus hombros de oscuras cargas!.
El ermitaño quedará en mi camino, a mi lado, como ángel de piedra, invencible, siempre amparando y salvando con su flor de cielo pleno de paciencia y de paz.
¡Tú el insistente, ven a mí!.¡A mis brazos pronto!, como río de música, llovizna de jazmines, serenamente para abrazarme y envolverme como un árbol florecido de ternura y caricias.
Serás tu hoguera de estrellas y ya no estarás más solo en noches de abismos y de fina amargura.
Sola y pudorosa te seguiré buscando entre hondas cavernas donde la luz se filtra y sus rayos dibujan entre las rocas, tu figura enhiesta y alta diciéndome. ¡Aquí estoy! Y yo riente y segura voy hacia ti por entre las mil hondanadas donde la luz de la luna me guía.
El ermitaño, mi ermitaño, voy hacia ti despierta en la alta sombra andando desnuda por dentro, hacia un lugar perfecto junto a ti.
Mis miradas te buscan como tordos de niebla en un valle de extrañas flores que encienden mi solitaria sangre que me llevan a tu lado.
El ermitaño, juntos viviremos recorriendo el océano de verdes amapolas angustiadas hacia un mundo nuestro ajeno a la soledad y a la tristeza en el que nuestros corazones palpitarán a unísono como campanas al vuelo.

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