La vida es, mi existir en un sueño hecho realidad,
un himno que canto a cada instante, una aventura en la que arriesgo todos mis
sentimientos.
La vida es un desafío continuo que enfrento cada
día dominando penas, luchas, tristezas, envidias; es un himno que canto con
alegría y gozo, es bienaventuranza que la saboreo en cada amanecer y en cada
crepúsculo.
La vida es puro volar sin hora quieta, es la
salvación por querer salvarnos, es amor para disfrutar en cada segundo, en cada
instante.
La vida es una mariposa de abril que revolotea
feliz en mi jardín florecido y ahora en mi otoño fugazmente miro sus colores
brillantes al sol.
La vida es una gota de rocío al amanecer que se
desvanece en el cielo al mediodía de mi existir.
Cae en lluvia al atardecer para fundirse con el mar
al anochecer.
La vida es color en la música del viento, leve en
extensión pero intensa de dicha y amor en su breve tiempo en esta
reencarnación.
Mantendré con aguas descendidas por las fieles
veredas de mi pecho el esplendor del alabastro de mi amor sentido siempre.
La vida es cornisa y ornamento de mi cielo, sangre
del buenamor, amor callado, firme hiedra de amor en mí plantada.
Estoy en mi existir soñando semidespierta en un sol
desmayado y en un musgo amaneciendo y tiendo puentes con mis flechas bajando
sombras de amor a mi tierra.
La vida es también dudas que ahogan en desazón el
pensamiento y detiene las horas de la espera en la ramazón elástica del viento.
A cada hora recorre mis sentidos sin orillas el
deseo de ser amada por ti y un remolino adolescente de primavera atraviesa mi
cuerpo y la estirpe de mis cantos se levanta y mi sangre convoca la apetencia
de estar entre tus brazos acurrucada.
La vida es amor, ¡bendita sea!, con felicidad e
infelicidad, es un camino a seguir con momentos gratos e ingratos y un destino
a cumplir.
Si
se aquieta la sangre o ya niveles desborda consumiéndose en fuego toda mi piel,
están prontas mis manos a mi ruego pidiéndote que vengas a mí, ya que eres tú
el solar de mi vivir coronando los vientos serenados hacia el río donde bogan
los besos no dados de tu sol y mis cánticos unánimes le dan brillo a mis bienes
ya logrados para que el aire en su vuelo te traiga hacia mí.
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