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lunes, 21 de enero de 2013

Laberinto de seducción


Laberinto de seducción, escondite secreto, puertas levadizas, trancas con cerrojo, que no conducen a ninguna parte.
¿Es que acaso no existe el sendero que me libere de este juego de seducción que me conduce tan sólo a envolverme en un manto de lágrimas?
Delicadas, ardientes, nuestras almas se buscan por un laberinto de soledad, en una melodía que acaricia los sentidos, instintos que convocan arrebatos de pasión.
Laberinto de seducción, mi camino fue hacia tu plan que me condujo en un extraviado concierto a que mi alma se rindiera y la copa de mi sentimiento se volcó íntegramente hacia ti.
En este paraíso de los tiempos del alma, voy intentando alejarme, recorro senderos, tupidos follajes, sendas inconclusas y no encuentro la forma de alejarme de ti, tú, el que traes a mi mundo tus misteriosos artilugios para enredarme en hilos de tristeza y sed de sollozos.
Negarme a vivir quisiera en las sombras del olvido pero la vida me declara todo tu amor vivido.
Laberinto de seducción, donde tu sombra vive de eternidad… Enciendo velas para encontrar el lugar donde el viento sacude su negra soledad.
Ayer acaricié el pétalo de tu sombra ¡Qué extraño fue!
Tú, el que me llevó a caminos demolidos, quitando los pasadizos del incierto vespertino pero no puedo apartarme de ti, la música de tu voz me lleva a un júbilo nuevo, pleno de placeres y gozos inesperados,
Perdidos entre los recodos del laberinto nos buscamos a tientas, seducidos por nuestra pasión. Nos abrazamos en el aire del mundo y nos volvemos a alejar.
Laberinto de seducción, en ellos se estrenan los gozos primeros, los sones del amor nuevo, las huellas de un vivir transido de un querer.
Déjenme salir, procelosa y airada, sin destellos de penas ni de dolores, desaparecer en la quietud de la noche para ser tan solo un recuerdo en el tiempo vivido, en el ayer, sin esperar un retorno al laberinto pasional que nos imprimió marcas sobre nuestro anhelado futuro.
Laberinto de seducción, en el que las presencias de siempre, no bastaban y no nos hallamos con las manos, con los gritos clamando, con las bocas sin besos, ¡ya no más, sólo nos quedan cicatrices dentro del alma por toda la eternidad!

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