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miércoles, 30 de enero de 2013

Palabras elocuentes


Palabras elocuentes, que oscilan entre mi gran silencio y mi voz que quiere clamar, ¡ven amor!, ¡te estoy esperando!.
Cimbrean mi alma toda, me acarician por dentro, con una extraña delicia de tocarme todo mi cuerpo y mi mente.
Palabras elocuentes que ondulan con un afán trémulo de no separarme y quedarse junto a mí en donde ellas quieren, aquí en los alfabetos, en las auroras, en los labios.
Mimbrean cerca de mí y a hurtadillas se cuelan por mi mente inundando mi alma de calma, paz y amor.
Atraviesan mi todo desnudo y perdurable y mientras siguen dando vueltas y vueltas a mi alrededor se entregan puras y con delicias en contactos rápidos y llegan a mi centro inmóvil que las escucha embelesado.
Palabras elocuentes me traen gozos, besos, luces, regalos que son dones de entrega total. Son símbolos, signos de que quieren llegar a mí y entregarse enteras en un amor pleno sin más destino ya que ser mías y darse por entero diciendo: “soy tuyo, sólo tuyo” y entonces tengo miedo a una nube, a un cielo, que me puedan dejar de estar un minuto sin tu amor.
Palabras elocuentes, sencillas, hondas en su significado, son como el sol que me acompaña y en las que me apoyo por el camino incierto, son escudos que resguarda mi pecho de borrascas y dolores.
Palabras elocuentes, son como el mar, llegan a mí agitando en el puño brillante los laureles de la roja mañana.
¡Por las aguas sin cadenas, canta el alma!.
Palabras elocuentes, buscan la raíz de los quebrantos para hacer que desaparezcan y ofrecen el goce perfecto, el lucero que nace en mi frante
por la ofrenda del Amor venturoso, apurando en la breve llama la intensidad de los ímpetus de deseos y amor.
Palabras elocuentes, exactas, de silencios largos que hacen latir el corazón con ternura, suspiros que vuelan en el aire compartiendo instantes, minutos, de intensos deseos que estallan entre pétalos y pimpollos de rosas blancas.

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