Pérfido corazón, con hábiles maniobras y lastimando
mis sentimientos tu ingratitud me
invadió hasta lo más profundo.
Me heriste con tus maliciosos juicios, ignoraste u
olvidaste todos mis esfuerzos para darte lo mejor en tu vida.
Fuiste un baluarte para mí cuyos muros cayeron por
tu incomprensión y tus desalmados sentimientos.
Pero aunque todo sea un gran todo, trataré de que
parezca una nada.
No quiero recordar tus perversos esfuerzos para
herirme y lastimarme.
Rompiste mi corazón con tu hábil indiferencia pero
cruzaste la línea con ladina porfía y supiste hacerme sufrir hasta que un manto
de lágrimas cubrió mi pecho.
Ahora ya no quiero saber más nada de ti.
No eres nadie en mi vida, fuiste el todo, mi
ternura, mi amor, mi protección, mis cuidados, todo eso ya ha desaparecido en
el espacio infinito de la nada.
Todo tiene un principio y un final, lo que sentí
por ti se terminó ahora busco un sino, un sendero, una luz, donde refugiarme a
curar mis heridas las que tú causaste y no me verás más, para ti desde hoy no
existo, soy invisible.
Comprendo que nunca comprenderás el daño que me
hiciste y en algún momento de tu vida cuando yo ya no esté pensarás en tu
actuación cruel y mezquina hacia mí pero ya no tendrá solución, lo pasado ya
fue.
Empezaré a vagar sola encontrándome conmigo misma,
buscando donde está la verdad, cuál fue mi error, en qué camino de errores me
sumergí para no volver a cometerlos y en el hondo silencio de la noche
encontraré las respuestas aún dudosas de por qué recibí estas heridas sin
haberlas creo provocado.
La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y
magnifica los buenos y así podré sobrellevar lo que sucedió esa noche, a quien
quise tanto y por celos, envidias, rencores, me destrató y surgió su furia queriéndome
hacer pedazos.
Ese hombre nació de mis entrañas, un fruto hermoso
que colmó mi vida, fue lo más querido, lo más preciado pero hasta hace poco se
transformó por los pasos de la vida en otro ser deshumanizado y sin
sentimientos buenos.
Ya la vida lo llevará por otros caminos, donde su
corazón cerrado se abra al espacio sin fin del amor.
Yo no lo veré ni lo sentiré, pero son mis deseos
los que lo lograrán y podrá encontrar el camino de la verdad.
Cuando la razón indica decepción hay que darle paso
a la razón para que no sufra el corazón.
Desde hoy mi tarea es llevar mi vida en alto, jugar
con ella, lanzarla como una voz a las nubes a que recoja las luces que se me
habían ido lejos.
Ese es mí sino: vivir plenamente entre risas,
alegrías, olvidos y amores renovándome cada día para encontrar la luz de la
plenitud llenándome de gozos con alas por el aire como las mariposas o las
nubes flotantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario