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jueves, 28 de febrero de 2013

Desilusión desgarradora


Desilusión desgarradora, mi corazón sangra en una corriente continua de dolor y pena. He sido lastimada, herida sin culpas ni reclamos, sólo por el hecho de encarar la verdad frente a frente.
Desilusión desgarradora, los sentimientos se enredan, se mezclan en un torbellino de dudas y temores.
La vida nos depara, sin darnos cuenta, pisando a hurtadillas con situaciones penosas y adoloridas.
¿Cuál es la razón de esta maraña de iras ajenas en las que estoy sumergida?
Es un ahogo en el alma, la maldad, la mezquindad, buscan la inocencia, la credulidad, la ingenuidad, para anidarse energías puras y positivas y así se sostienen en soledades interminables de las oscuras noches.
Desilusión desgarradora, ¡qué de pesos inmensos, orbitales, celestiales se apoyan en la nada de hondos abismos, buscando por doquier la luz que los ilumine y les de fuerzas para continuar su labor de socavar el bien y el amor.
Me engañan con ficciones, falsos paraísos flotantes sobre el agua que me ahogan de pesares infinitos.
Busco lo verdadero, el amor único y total y no lo puedo hallar, sólo encuentro signos y simulacros trazados en papeles blancos, verdes, azules que vuelan con el viento lejos de mí.
Desilusión desgarradora, me persiguen esas almas atormentadas que vuelven del osario inmenso de los que no se han muerto porque ya no tienen nada que  morirse en la vida.
El dolor me acompaña como símbolo irrefutable de que existías tú en ese lapso de instantes de creíble amor pero mientras yo te sienta, tú eras la prueba de dolor de otros momentos en que no me dolías.
Desilusión desgarradora, has dejado tan sólo polvo, vagos rastros fugaces, recuerdos ínfimos en mi alma, rasgada por hendiduras sin sostenes algunos.
Mi alma, como alas, sosteniéndose sola a fuerza de aleteos desesperados, pesarosos, a fuerza de no posarse nunca, de tratar de volar llevando  por doquier la esperanza de que existe el amor, ése, el verdadero, el creíble, no en leves mundos frágiles, sí en únicos y donde se albergan las verdades más profundas.
Desilusión desgarradora, no quiero pedir apoyo para superarla, ni a los barcos ni al tiempo.
Quiero internarme sola en galerías enormes, abriendo en los granos de arena las minas de llamas o azahares, para hilvanar entretejiendo ese amor dulce que no desgarra ni hiere.
Y en ese desliz, en estelas, pisando nubes sin huellas, no mirar más el recuerdo de esas sombras mezquinas y oscuras que ya no existen más. Mis manos están vacías de ellas igual que mi corazón y mi alma.

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