No estar
contigo, te desviaste de la senda en la que yo te estaba buscando. Te entreví
soslayadamente, intuí tu venida, te esperé con todas mis ansias, mi cuerpo
entero clamaba por ti.
Viniste
hacia mí raudamente como relámpago de luz iluminando mis mares internos y te
internaste con alegrías, con ternuras y deliciosas caricias como un pájaro
picoteando un campo pleno y fecundo de semillas estremecidas de ser
encontradas.
Tu
llegada duró sólo instantes, ya no estoy contigo y te extraño tanto que mi
corazón se estruja, vibra, palpita y se anega de lágrimas largas,
interminables, la desilusión me colma y mis pesares inundan mi alma que
confundida y estremecida no puede comprender los por qué de estos tan sólo
instantes de felicidad total y prodiga.
No estoy
contigo, no lo estaré nunca más en esta vida del Hoy, ni del mañana.
Mi afán
ciego por creer en tus promesas de amor no me dejaron ver que ibas a ser en mi
camino sólo una estrella fugaz.
Bañaste
mi alma de luz por un instante y como un cometa raudo y veloz su estela dejó
marcas indelebles en mi cuerpo y en mi espíritu.
Contigo
sentí el perfume y la suavidad de una flor recién abierta.
Suave
curva la entrega de nosotros como pájaros que en busca de lo soñado hacia todas
partes vuelan ensayando todos los cantos de las aves que toda la Tierra pueblan.
No estar
contigo es sentirme como colmena vacía, sin zumbidos y latidos ya que mi alma
está seca, es como hundirme en un mar de dolorosas tragedias, me hiciste mal,
me hiciste bajar a un abismo donde la luz no penetra.
No estar
contigo es sentirme atrapada en un laberinto de verdes follajes donde los
pájaros no responden y en un intangible ensueño lejano de las flores se
esconden.
Y así
dejaste mi alma triste y abatida viviendo sólo en la bruma donde mis ilusiones se
pierden.
Te pienso
y te retrato fiel sobre el heliotropo del crepúsculo idealizándote con ímpetu
alado.
Sólo eres
ahora un triste recuerdo, un tesoro no conquistado, un espejo donde no se
reflejan nuestras imágenes.
¡Vete ya!
¡No regreses! No me encontrarás en la inmensidad del tiempo, ya eres una saeta
que se perdió en el azul cielo.
Para tí
escribí los versos de amor que no llegaron nunca al papel que los esperaba con
ansias entre el olor de tomillos y de madreselvas.
¡Qué dolor a mi pecho se derramó! Voy en busca de la
lluvia que limpia y rejuvenece mi alma e ilumina mi rostro con una sonrisa para
el nuevo amor que se acerca.
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