Traición
inesperada, que raya el silencio del espacio, confié y amé con alegría y
felicidad pero un viento huracanado, violento, azotó mi alma, era la mentira,
el engaño de tus palabras.
Como en
una inmensa alfombra de esmeralda, el mar se ensanchó del espeso espacio que
cubría mi cuerpo rodeando con caricias falsas las que creí verdaderas.
Inútil te
busqué y te perseguí debajo de la piel de mis sentidos, te entregué mi espíritu
abierto a esperanzas que tú hipócritamente despertaste en mí.
Traición
inesperada, te fuiste sin decir palabra, moviendo la distancia como las alas
batiendo por detrás de mis oídos, fatigando mi corazón y mi respiro entre tus
cantos de notas aterciopeladas y poemas de amor que me entregaste con mentiras
ciertas y dolorosas.
Traición
inesperada, parecías un guerrero de indomable valentía pero al falso golpe de
tu lanza al polvo rodaste detrás de mi camino.
Fuiste
para mí, en un primer momento un bizarro caballero pero atacaste de frente, a
la perfidia a la traición.
¿Dónde,
dónde se han escondido, en que lugares secretísimos la sinceridad, la bondad,
la solidaridad, la ayuda mutua, el frescor de las almas?
Busco y
vuelvo a buscar y sólo se asoman entre ramas oscuras las mentiras, las
falsedades, los malos que acosan a los seres buenos.
Traición
inesperada, lentamente me sumerge en la nostalgia de tu ausencia, me ahogo en
tu silencio, respiro esa presencia esquiva que me niegan tus manos y tus ojos.
Extraño
tus palabras, tus canciones y veo en el recuerdo tu imagen juguetona
recorriendo mis cabellos con tus dedos y haciéndome promesas vanas de ilusiones
que no ocurrirán nunca.
Traición
inesperada, traición al fin, desapareciste ocultándote en la nada, ya no eres
nadie, ya no eres nada.
El verso
ahora me hace resurgir de las heridas que tú causaste y mis pensamientos puros
afloran y bullen como hirvientes imágenes con esperanzas nuevas y continúo
luchando en este mundo frío que tú dejaste.
Renazco
del orbe donde me sumergió la nostalgia de tu ausencia, respiro en un nuevo
aire perfumado seduciéndome en un arco iris de sueños ocultos, renovados, donde
hay mil caminos para recorrer con pasos firmes y agigantados, sacudiéndome con
el aliento de su brisa azul y ágil, naciendo amaneceres con canto de besos en
brazos, danzando un ritmo anhelado, sin culpas ni desasosiegos, sin rutinas,
sin miedo a amar y ser amada.
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