Embriágame con tu mirada, dame
la fascinación de reflejarme en tus ojos de miel, necesito tus palabras de
amor. ¡Ámame!
Sólo se necesitan miradas, caricias,
suspiros para que las emociones se eleven hasta horizontes lejanos y el amor
nos conduzca como dos seres únicos que vuelan al orbe infinito.
Embriágame con tu mirada,
llévame al mundo que por doquier lucen los verdes, los rojos, los azules y el aire
revolotea tibio, alegre, donde renace la vida clamando amor y temblando de
emociones, a alas tendidas, reclamando un sitio para reposar y anidar, amor de ojos,
de bocas, de manos, de alas y de vuelos.
Embriágame con tu mirada,
enfrentemos juntos la naturaleza y la vida, las promesas y la realidad.
Llévame bajo tus alas, detrás
del perfume de algún cielo y que esta felicidad soñada me acune temblando de
emoción por tu mirada tierna y apasionada.
Embriágame con tu mirada, que
como cegadora luz que nos rodea mis ojos son los que te miran para saber
quienes éramos tú y yo: la luz de dos.
De dos, porque mis ojos
embriagados por los tuyos sólo pueden verte a ti.
Ni recuerdos nos unen, ni
promesas, lo que nos enlaza sólo entre dos, únicos dos, tú para que yo te mire
y yo mirándote vivir podamos ver esa luz.
Que nuestro amor se encuentre en
un lecho de rosas, sin heridas ni sufrimientos, ni dolores y si aparece la
pena, sólo lo haga con aroma a conquista, un olor a gloria.
Embriágame con tu mirada, déjame
sentir la paz en tu interior, manos llenas de amor, riqueza en tus letras
cuando se oyen en el aire, aire que fluye llegando a mis oídos como notas
tocadas en un piano que se sienten en el alma colmada de paz y amor, felicidad
y alegría cada vez que en mis ojos tu mirada se aposenta.
Embriágame con tu mirada y como
una flor no lejos de la noche mi cuerpo mudo se abre a la delicada urgencia del
rocío.
Vida, mi vida, déjate enlazar de
fuego, de silencio ingenuo y en un canto arrepentido vigía detrás de mis
poemas, mirarme en tus ojos, sin miedos, para hacer de mí la ofrenda, el ramo
que el viento abandona en el umbral.
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