Páginas

domingo, 10 de marzo de 2013

Las calles del miedo


Las calles del miedo, esas, las oscuras y escondidas entre resquicios de mi alma de experiencias dolorosas vividas en el pasado de ayeres.
De ellas no sabía salir, eran laberintos intrincados, tenebrosos, desolados, me sentía zarandeada, engañada, en una red de mentiras y falsedades sin fin.
Te amaba más allá de esta vida, eras mi faro, mi luz, mi existir todo y cuando tú derrumbaste, con un golpe tajante y frío ese castillo de cristal que juntos habíamos construido, mi mundo se derrumbó en pedazos, desperdigados por los nortes, sures, estes, oestes, detrás del sol casi negro y de la luna amarilla con reflejos de espejos.
Me dejaste en las soledades del temor y pesares con el espíritu desdoblado como telas de tisú rojizas y llameantes.
Las calles del miedo, imperecederas, encubiertas, atadas con lazos invisibles para que se las lleve el viento huracanado y las arremoline en abismos profundos del olvido, en cuevas jamás encontradas, nunca más.
¿Qué he hecho yo para merecer la desgracia de no ser amada por el ser que en algún instante de ese pasado me amó con desesperación?
La vida me plantea esquinas, rincones, vueltas, giros inesperados frente a los cuales no supe ni pude estar preparada.
Las calles del miedo que desde las penumbras me acosan, me sumergen en vahídos y mareos danzantes con sones de trompetas de submundos que me hacen emerger inmóvil y estática como estatua cubierta de flores marchitas y enredaderas secas.
Las calles del miedo que atraviesan en breves instantes este hoy que vivimos con ellas como muros del tiempo, recordados a veces, olvidados otras, pero siempre dentro de nuestro pasado como experiencias vividas que nos elevó a vibrar en la sensibilidad del llanto, de la queja, del lamento.
En este hoy las recorro en puntillas, sin pies en la tierra, volando con alas rotas que se mueven hacia este mundo más feliz en el que vuelca mi todo en poemas, prosas, versos, porque la vida me está despertando nuevamente al amor de vivir, de volver a ser yo otra vez, conmigo misma, a quererme y a querer al mundo que me rodea.
Ahora estoy absolutamente enamorada de la vida, piso fuerte y con mis totales sentimientos la tierra me acoge en todo su esplendor y brillo.
Vivo, vibro, danzo, canto, escribo con todo mi amor, ya las calles del miedo desaparecieron en la nada de mis pensamientos, no dejando huellas de heridas ni dolores.
Ellas me condujeron a ser lo que soy hoy, una mujer poeta colmada de amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario