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domingo, 10 de marzo de 2013

Mi verso es un gemido


Mi verso de amor es un gemido, callado, que jamás se queja y en las madrugadas, entre tinieblas y fríos llegan hasta el papel donde se vierte la ilusión de una estrofa perfumada.
Es para ti, mi numen  mi amado por siempre, te escribo con todo el amor de mi alma taciturna que como música olvidada tiene azul resignación y lo da todo sin pedir nada.
Mi verso es un gemido, dulce, umbrío, levanta mis quebrantos, sin arrebatos y sin ruidos que espera que tu duermas para decírtelo con ternura al son de mis suspiros cadenciosos.
Es el verso que se agita y rápido se despierta como eco de un estampido de una flecha musical que arrebolada se estrella en tu corazón amado.
Mi verso es un gemido, moja sus alas en la transparente esfera de la gota de rocío en la que, absorto, contempla la imagen del cielo unida a la forma de la Tierra.
Cada estrofa gime y canta y suelta su perfume como la flor recién nacida en los atardeceres bajo el canto de tus besos y en la danza de tus brazos.
Mi verso es un gemido, blanco y puro que alimenta mi espíritu y mi sed  se nutre de tu presencia aún a pesar de la distancia que a veces nos aleja.
Mis áureas palabras, mis letras impredecibles, mis estrofas que nacen de mi alma van hacia las nubes para flotar en ellas, iluminadas por luces de estrellas.
¡Versos! ¡Prosas! Con ímpetu alado al ideal ascended y en las estrofas verted todo el amor escondido en mi espíritu, mente y cuerpo, por ti, amado.
Yo mantendré con aguas descendidas por las fieles veredas de mi pecho el medido esplendor de tu alabastro y una hiedra de amor caerá sobre mi pecho.
Mi verso es un gemido, un no tocar el río, apenas aire, el blando discurrir de tu mirada.
¡Qué dicha sin sonrojo la que corre por mis venas, entre las lágrimas que buscan mi pecho!
Amor callado, en un silencio silente escribo para ti, con un clamor de queja y lamento por no tenerte a mi lado.
Mi verso es un gemido, escribo y sollozo a solas, entre suspiros y plañideras clamo ¡Ven a mí! ¡Te espero!
Quiero versos sin lamentos, todos para ti, para entrar más adentro en la espesura, desgarrando mis naves de amor sobre la playa y así, te dí el sellado de mi gracia y tú la cifra de tu nombre.
Mi verso es un gemido, ahora más calmo, sosegado, no hay más tristezas en nuestro aire que nos sigue y canto y mi mano fuerza el hombro de la noche porque vuelvan tus labios a los míos.

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