Somos
prisioneros y te siento y miro lejanas mis palabras, más que mías son tuyas y
de mis manos surgen los poemas de amor que tú inspiras.
Llenas
mi alma toda de sortilegios mágicos y poéticos y quiero que las oigas, que te
lleguen proféticamente puras porque voy tejiendo con todos los poemas un collar
infinito para que te envuelva y no te alejes nunca más de mí.
Todo
hace el amor en este enmudecer de dos, me habías prometido un silencio como un
fuego, una casa del silencio y de pronto el templo es un cerco de amor y la luz
una lluvia de estrellas.
Tensas
las fuerzas vírgenes, dormidas en el ser y así la dicha se anuncia en ansia
ardiente, inminencia galopante uniéndonos en este alejamiento sin miedo, franqueándonos
su paso a lo imposible.
Somos
prisioneros de cascadas de sonrisas, tu nombre llueve en mi piel como una
cadena de flores.
Sólo
tú a mi lado suspendes con tu voz mis suspiros y en nuestro suave tiempo
imaginario rumorean corazones de agua.
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