Claroscuro, mi vida
se desliza lentamente por un fuego helado que deja mi corazón apesadumbrado y
entre quejas y penas mi alma en un grito de silencio ensordecedor clama por paz
sin lágrimas dulces.
Claroscuro, entre
mares de letras, monosílabos, frases como en una marejada con oleaje alto me
interno en mí misma.
Se me vuelan los ojos
entre colinas y llanos en este mediodía
cielo de raso y me tiendo en el
verde prado entre el roquedal y el bosque.
Claroscuro, amarillos
y verdes, amariverdes, escuadras implacables y sutiles pinceles duendes fríos y
cálidos. Fuiste y serás el amor de mi calma y excitación ya y nunca.
Mis poemas se irán al
mar o al rio entre las sombras de los sauces y llegarán a ti para aceptarlos o
rechazarlos.
Me los devolverá la
tarde en un claroscuro entre puñados de agua cristalina y turbia entre ristras
de voces bajo los árboles frondosos y raros
Claroscuro, mi corazón
late en una acertada y confundida alquimia secular de los jardines trocando la
sigilosa confidencia en alto aire cercano y lejano, tallado, esclarecido.
Claroscuro, de mi
sombra ingrávida y caduca entre promesas huidizas y venideras del amor en las
manos. Te veo llegar con tus dos ojos sin mirada y tu silueta apenas sobrevive
difusa y estival.
Claroscuro, se me ha
perdido tu nombre y tu rostro y tu figura, los ha filtrado el tiempo, en anexar
y desunir, entre sordinas atronadoras.
Claroscuro, el
recuerdo es olvido, de tu silueta apenas sobrevive entre alegrías y hastío una
imagen cercana y lejana a la vez.
Eres de un país de hechicería
donde la brasa ignora la ceniza y el mirar es un modo azul que atiza la brasa y
arremansa la alegría.
Claroscuro, amor
impetuoso y calmo que llevó a una pasión desbordante, avasalladora y tierna.
Sueño crecido,
impulso que descarta la unidad.
¡Oh milagro
realizado!
¿Es esto un diálogo
inventado?
¿O es que mi sangre
harta de pájaros y de sueños busca enhebrar la perfecta compañía de tu amor
imposible y verdadero?
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