A la distancia, bien lejos, en lo profundo del mundo, alguien muy despacio dijo: “Beso tu corazón...”. Palabras breves, suaves, tenues, de amor.
!Qué dicha que llegaran a sus destino desde la infinita lejanía! A su ángel de inspiración, sin disimulos, sin artilugios, sin engaños.
Beso tu corazón: gotas de agua en un suelo sediento de amor.
Despacio, sin apuros, llegaron sin oírse, latiendo sus pasos, en todas esas vagas sombras de ecos, para colmar la necesidad de sentirse amada.
!Cómo me dejas que te piense! Pensar en tí colma todas mis tristezas. Siento cómo te das a mi memoria, como te rindes al pensar en mí, tu gran consentimiento en la distancia.
Y más que consentir más que nada me ayudas, vienes a mitigar mi soledad. Me haces señas, con delicadas palabras.
Desde allá que piensas en mi. Estoy pensando, es de noche en el día que harás allá donde esta boche es de día.
¿Por qué pregunto donde estás, si tú no estás ausente? Me bendices más allá del milagro y deseas nuestros momentos y entonces... nosotros.
Aunque no nos veamos, juntos nos miramos nosotros los dos.
Reclinado en mi vida, atisbas despacio mi alma entera y yo te encierro como el vuelo del ave encierra el aire suyo preferido. Luz de ilusión, ¡Bendita seas!
Júbilo de encontrarnos algún día en la vida.
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