Las palabras, me llegan a mi alma, las milenarias, las que bajan por los tiempos ¿de dónde vienen y me buscan huestes calladas pero sentidas a ofrecerme sus poderes sin exigir nada más que escucharlas?
Vienen a mí, de muy lejos y desde el arco de los cielos luces me llegan, para escribir sin palabras lo que siento y necesito decir.
Sin palabras, tenues alas del tiempo vienen del ayer, escondidas, secretas, hasta el hoy y van hacia el mañana.
No me abandonen nunca, os lo ruego, giren y giren sin parar hasta que en un rapto de alegría y pasión las vuelque en el papel desnudo que las espera con ansias de escribirlas y leerlas.
Palabras del hoy y del mañana son tan ciertas, tan sutiles, no dejan papeles en blanco, me hablan y no sé si alguna vez en el tiempo se acaben y no regresen ni hoy ni mañana y no quiero que en el fondo recóndito de mí desaparezcan en la nada de cristal y de oscuros azogues.
No quiero inútiles noches ya que mis palabras del hoy y del ayer me acompañan, se entregan a mí, no deseo un quehacer de no hacer nada, de estarse como agua pura, ni río, ni torrente, quiero ser agua quieta esperando que lleguen a mí.
Mis palabras del hoy y del mañana me llevan a otros mundos, a otros amores, a otras esperas de almas que pasen cerca de mí y me acaricien, me den necesidades íntimas de escribir, un escribir tan hondo que poco a poco lo tengo empezado y se cumple en el no acabar.
Palabras del hoy y del mañana no se vayan de mi interior, no dejen esta alma sedienta de sentimientos que aparecen de una nada y me cobijan, me protegen, me dan su calor, su pasión, su gozo.
Palabras del hoy y del mañana sigamos juntas por siempre, mientras la vida late y se sumerge en un mar de letras, de abecedarios vírgenes, fértiles y sentidas.
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