Para él, el amor perdido
Huida
en la noche
a
oscuras, densos caminos
y
con escarchas de niebla
voy
hacia esa trampa
entre
oscilaciones y caídas
y
si no me deslizo
hacia
delante,
muero.
¿De
qué huyes si eres amada?
¿Es
de tu pasado con su carga
de
sábanas ajadas?
Siento
que soy una mano
en
el vidrio ceniciento
a
lo largo de una densa alameda.
Huida
en la noche,
silenciosa
voy
como
hecha en marfil
y
mármol tibio
la
hierba recién iniciada
da
frescor a mis pies desnudos.
Mi
pecho se agita
como
péndulo yerto,
me
deslizo como en un mar en mis sueños
voy
hacia el olvido
bajo
sombras de amor
con
alas en el aire tibio y dulce
Huida
en la noche
muerta
de amor,
buscándote,
persiguiéndote
debajo
de la piel de mis sentidos
pasando
veloz
la tierra
burilada
por
el talón de arcángeles invictos.
Huida
en la noche,
para
desaparecer de este todo
e
ir hacia la luz quemada
del
no recuerdo
con
miedo,
temores,
trato
de allegar al lugar escondido
donde
nadie pueda
encontrarme
jamás.
Te
dejo para siempre,
no
me nombres,
no
tengo nombre,
no
soy nada más
que
una sombra vencida
que
apenas puede sobrevolar.
Quisiera
estar
en el linde sonoro de tu pecho
pero
ya imposible es.
Eres
de otra.
mío
ya no más.
¡Oh!,
mi blando corazón llora
y
me desvelo mientras recorro
el
camino inverso
que
es el alejarme de ti.
Mi
alma herida
también
huye en la noche
vencida
y sin memoria,
sin
contornos,
sin
emociones turbias.
Mueve
el viento
el
verdor del monte,
sangra
el río,
no
hay música en el viento,
todo
es silencio ya,
tétrico,
inasequible,
duradero.
La
invisibilidad
ya
me envolvió.
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