Umbrales
de voces
secretos,
en dinteles ocultos
que
me conducen
sólo
a pensar en ti.
Quieren
saber de mis pensamientos,
de
mis amores
no
lo sabrán
son
voces que debo desechar.
Son
entradas a un inframundo
misterioso,
oscuro,
sin
principio ni fin,
sin
origen, sin acceso,
sólo
son portales a un más allá.
Más
borrosos que un velo
tramados
por la lluvia
sobre
los ojos de la lejanía,
confusos
como un fardo.
Umbrales
de voces
me
conducen con prisa
a
pensar en ti, en ser tuya,
solamente
tuya
errante
como un médano indeciso
en
la tierra de nadie.
Umbrales
de voces
me
elevan por las rendijas de mi pasado
sin
consistencia, sin aire,
ni
molduras para que
en
mi porvenir no aparezcas tú.
Sin
embargo detrás hay
un
taller que fragua
sin
cesar un muestrario de máscaras.
Y
allí busco y rebusco
buscándote
en un recinto
que
absorbe todo
y
retrocede el paisaje.
Allí
en algún rincón
estás
tú entre esas voces
que
pretenden separarnos,
y
tienes entre tus manos pálidas
las
imágenes de ayer
y
aún los espejismos
que
nos condensaron.
Cambia,
cambia de vuelo, mi amor,
que
las voces no te alcancen
como
la ráfaga del enjambre
bajo
la tormenta.
Vira
amor de un día a otro
fulgor
de una noche a otra sombría
y
no vuelvas a partir
aunque
te quedes de nuevo.
Aspirado
por luz,
boca
del viento
aléjate
de los umbrales de voces.
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