Regreso a ti
desde el silencio verde
el árbol
y los muros
que fuertes descienden
contra los vientos
regreso a ti, mi amado
amante
desde tu mano un ungida
de amor
hasta mis dedos que se
entrelazan con los tuyos.
Tus ojos que se abren en
follajes
anegan de esperanza mis
deseos
mientras recorro un sol
enamorado
las largas avenidas de
tu cielo.
Regreso a ti
pura, virgen, anhelosa
de tu amor
te nombre en voz en
silencio
recogido de tu boca
siento por ti el color
en la música del viento.
Tan leve en extensión
que sufre el labio
al amparar su son tan
breve tiempo.
Regreso a ti
no sé por cuánto tiempo
quizás por un Hoy o un
mañana
pero puede ser por un
siempre.
Mantendré con aguas
descendidas
por las fieles veredas
de mi pecho
el medido esplendor
de tu alabastro.
Y una hiedra de amor
regresa a ti desde mi
seno
a tu mirada honda y
penetrante
a tu amor lejano
que lo deseo cerca,
muy cerca
para que entre más
adentro
en la espesura de mi
cuerpo y de mi alma.
Te entrego el cuenco sellado
de mi gracia pura
sangre del bienamor
amor callado
firme, piedra de amor en
mi plantada.
Regreso a ti,
en puntillas por los
aires,
con los pies y piernas
desnudas
para que me esperes con
tus fuertes brazos alzados
y me conduzcan
a un nido entibiecido
que nos cubra con
flores, enredaderas,
follajes, campanillas
azules, enredadas en mi cuerpo.
Regreso a ti,
desnudo está mi cuerpo
y sin harturas
colando entre mis dedos
mansa arena
y hacia adentro el deseo
reverdece
puliendo artesonado a tu
ausencia.
Recorre mis sentidos sin
orillas
un viento adolescente en
primavera
la estirpe de mis cantos
y la sangre
levanta convoca su
apetencia.
Y ahora que te nombro,
amando mío,
y te reclamo
no puedes arribar por
mis veredas
porque la noche oscuro y
misteriosa
nos separa.
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